Oveja Negra

TRANSICIÓN ENERGÉTICA: UN GRAN DESAFÍO PARA LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES


08 de noviembre de 2019

Oveja Negra

El agotamiento de los combustibles fósiles y, sobre todo, la degradación socio- ambiental a la que su uso contribuye decisivamente, han hecho comprender la necesidad de una profunda transición energética a energías renovables.

Por Ariel Miño*

Desde la Reunión de Río de Janeiro en 1992, el Tratado de Kyoto en 1997 y la importante iniciativa de Naciones Unidas en 2012, reivindicando la necesaria y urgente transición desde las energías no renovables y  contaminantes a la energía limpia, abrieron un escenario de transición de mayor importancia para el  logro de la sustentabilidad, ya que el conjunto de problemas están estrechamente vinculados a la caracterización de la situación  de  emergencia planetaria  -desde el crecimiento económico depredador e insolidario, a la contaminación que degrada todos los ecosistemas, pasando por  la urbanización desordenada o el  cambio climático- remite a la necesidad de una profunda  transición energética, asociada al desarrollo de las energías renovables y limpias, al aumento de la eficiencia y a un consumo responsable. De acuerdo con este planteamiento holístico, la Resolución 65/151 de la Asamblea General pone de relieve “la necesidad de mejorar el acceso a recursos y servicios energéticos para el Desarrollo  Sostenible  que  sean  fiables,  de  coste  razonable,  económicamente  viables, socialmente aceptables y ecológicamente racionales”,  en relación a concienciar  sobre  la  importancia  de  abordar  los problemas energéticos, en particular los servicios energéticos modernos al acceso a servicios de energía asequibles. En relación, aun los territorios con equilibrio en su matriz energética tienen el desafío de centrar los esfuerzos en acciones que prioricen los proyectos energéticos en consonancia con el modelo de transición energética. Garantizar la accesibilidad, asequibilidad y seguridad energética en los territorios al margen de los tendidos, o donde el servicio es deficiente, o donde se aspira a sustituir fuentes fósiles; se convierten en objetivos a alcanzar.

Argentina no está exenta de esta problemática, cuya matriz energética está comprendida por el 87% dependiente de hidrocarburos  (54% gas y 33% petróleo), a la cual se suma el aumento de la demanda energética, las insuficientes inversiones en infraestructura, los problemas de distribución que atrajo el sistema neoliberal de los ‘90. La Provincia de Buenos Aires no escapa a la situación de contexto nacional, con políticas energéticas neoliberales de desinversión en infraestructura y beneficios a grupos del sector eléctrico, y  con una matriz energética fuertemente dependiente energía termoeléctrica (producción de electricidad a partir de la quema de combustibles fósiles).

Es dable destacar, que a partir del gobierno de Néstor Kirchner se sancionó la Ley 26.190 de Régimen de Fomento Nacional para el uso de fuentes renovables de energía destinada a la producción de energía eléctrica, que estableció además una meta del 8% de la demanda energética nacional a ser abastecida con Energías Renovables. A partir de esta ley se lanzó el Programa de Generación Eléctrica a partir de Fuentes Renovables (2009). En la Provincia de Buenos Aires el marco normativo está sujeto a la Ley N° 14.838, decreto reglamentario 1293/18 donde la provincia adhiere a la Ley Nacional N° 26.190 y su modificatoria –Ley N° 27.191– que establece el “Régimen de Fomento Nacional para el Uso de Fuentes Renovables de Energía destinada a la producción de energía eléctrica”.

Ahora bien, es preciso caracterizar a qué llamamos transición energética. En primer lugar, se trata de pensar la transición energética como el pasaje hacia una sociedad sustentada en fuentes renovables, tornando la matriz menos dependiente del consumo fósil. Este modificación de la matriz energética implica de por sí una gran transformación, puesto que el 87% de la energía se comprende de hidrocarburos. La  segunda concepción hace referencia a la transición energética como un modelo de patrón energético a consolidar una “industria verde”, en base a una articulación renovada entre industria, ciencia e innovación tecnológica, bajo una perspectiva que permita modificar buena parte de la estructura productiva. En otras palabras, se trata de disponer localmente del tejido productivo –paneles solares, molinos eólicos y un larguísimo etcétera– que facilitará la base del conjunto de las actividades económicas.

En los nuevos tiempos venideros que se aproximan, la idea de mutar progresivamente del modelo energético dependiente de los hidrocarburos, adquiere por entonces un sentido estratégico (debiendo estar en mano del Estado Provincial), propiciando el sendero persistente  de transformación de la matriz energética para tornarla más eficiente,  reemplazando el finito consumo fósil por el aprovechamiento de la energía limpia que recircula constante en la naturaleza transformando el modelo energético sentando bases de un futuro más sostenible  basado en el ahorro, la eficiencia y la utilización de energías limpias. En efecto, la transición energética se vislumbra como una oportunidad para establecer una buena parte de los cimientos de la economía por venir, en otras palabras, implicaría una transformación tan “integral” sustituyendo recursos fósiles por diversas fuentes de energía sostenible y renovable, la modificación de la infraestructura energética para adaptarla a estas nuevas condiciones, en suma, estamos hablando de la base que empujará un nuevo tipo de economía pero también de sociedad.

La fisonomía que adquiere el nuevo escenario no es fácil de preverlo, pero el nuevo patrón  socio-energético se propone como una forma de consolidar las esferas de igualdad social, este punto es clave, puesto que podemos modificar la matriz energética e insuflarla de energías renovables y al mismo tiempo, sería un error dejarla en manos de grandes capitales que controlen la producción, comercialización, transporte y uso de la energía. Evidentemente, la transición energética requiere de una articulación renovada entre ciencia, tecnología e industria, y en este marco repensar el “patrón energético”, a diferencia del petróleo. Justamente por ello se trata de la lucha a futuro por el “excedente energético”, es decir, por el modo de distribuir los cuantiosos beneficios del nuevo patrón tecnológico, real porque está en vías de consolidación y capaz de disputarse porque todavía no se ha consolidado, lo cual despierta una renovada geopolítica de la energía. El camino a recorrer en la transición deberá contar con una cuidada planificación del Estado provincial que garantice el logro de ambiciosos objetivos energéticos-ambientales favoreciendo a la investigación, inversión de nuevas tecnologías y la implementación de normas legislativas como herramientas legales y regulatorias para el desarrollo de las energías renovable.

La transición a una economía sostenible por medio de la energía renovable, la eficiencia energética y el desarrollo sostenible tiene como objetivo final la abolición de los recursos no renovables, en este sentido la provincia de Buenos Aires posee grandes recursos que pueden generar energía renovable; incluye la eólica, biomasa (como el biogás y gas de depuradora), la energía hidroeléctrica, energía solar (térmica y fotovoltaica), la geotérmica y la energía oceánica. Estas fuentes renovables han de servir como una alternativa a los combustibles, como los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural) y el combustible nuclear (uranio).

Por ello, la política energética debe prever una mayor participación de las energías renovables, garantizando en el corto, mediano y largo plazo  la modificación de la matriz de energía. En este contexto, es necesario discutir la energía en Argentina, y en particular en la provincia de Buenos Aires teniendo en cuenta el cambio climático actual, de escasez de recursos y de desigualdad en el acceso, es necesario fortalecer la idea de la energía como un derecho en contraposición a la idea de una mercancía establecida por la oleada neoliberal refundada en estos 4 años.

 

 A su vez,  pensar en la planificación energética por parte del estado provincial como paso necesario para desfosilizar la estructura energética incorporando e invirtiendo en las tecnologías basadas en energías renovables, nos lleva a lo interesante que sería la fomentación y generación de un sistema más virtuoso (Universidades, Empresas y Estado), no solo ayudara a diversificarla matriz energética, sino también la productiva, apostando al desarrollo de la Provincia de Buenos Aires. Este proceso de transición a las energías renovables favorece las condiciones para aprovechar al máximo con nuevas tecnologías la generación de energía limpia, generando puestos de trabajo con mano de obra bonaerense, impulsando las oportunidades económicas  y mejorando la calidad de vida aspirando para seguir construyendo un mejor ambiente para las nuevas generaciones.


*Doctor en Gobierno y Administración Económica, Docente e Investigador en temas energéticos de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ).

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