SI HAY MISERIA, QUE SE NOTE
03 de julio de 2017
Cristina vuelve a ser candidata, y ahí está el dato más saludable de este difícil tiempo que estamos atravesando en nuestra Patria.
En la última semana se ha cerrado la etapa de incertidumbres que antecede a todo escenario electoral. Hemos logrado atravesar el terreno de las especulaciones, donde afloran los exabruptos de un liberalismo que deja heridas en el campo propio y testimonia la matriz de aquellos a los que enfrentamos en la calle y en las urnas.
Las distintas fuerzas políticas enderezan el conjunto de sus acciones para enfrentar la batalla electoral de octubre, en la que se juegan mucho más que un puñado de bancas, donde se medirá algo más que las relaciones de fuerzas existentes en el terreno electoral, donde la necesidad es cristalizar el enorme descontento popular que crece en relación a la salvaje restauración neoliberal que lleva adelante el gobierno de Mauricio Macri.
La candidatura de Cristina Fernández de Kirchner permite transformar el dolor por lo perdido en la esperanza de volver a reconstruir la mayoría política necesaria para ser nuevamente gobierno.
La candidatura de Cristina Fernández de Kirchner a senadora nacional por el Frente Unidad Ciudadana, ha modificado en forma determinante el escenario político. En el Movimiento Nacional el ejercicio de su conducción vuelve a sintetizar la voluntad política de la mayoritaria expresión del peronismo bonaerense, al tiempo que permite transformar el dolor por lo perdido, a lo largo de éstos quince meses, en la esperanza de volver a reconstruir la mayoría política necesaria para volver a ser gobierno.
Será una campaña épica, cargada por la emotividad de un sentimiento popular que aún está fresco, orientada a poner en el centro de la escena política el testimonio de quienes la están pasando mal. La oportunidad de alzar la voz de aquellos a los que le han robado lo que tenían, de dar cuenta de los derechos destruidos a lo largo de éstos quince meses. De juntar las piezas de los que han perdido el trabajo, de aquellos que padecen con el cuerpo, el bolsillo y el estómago el desmantelamiento de las políticas públicas, de aquellos que sufren la destrucción del aparato productivo y el desarrollo industrial de la Argentina.
Una campaña en la que se precisa juntar los sueños rotos de aquel proyecto de país que durante doce años y medio se dispuso a construir, cada día, mayores niveles de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política. Construir una nueva etapa de esa revolución inconclusa que es el peronismo, por si a algún despistado aún le quedan dudas en qué lugar de la historia está la voluntad de nuestro movimiento histórico.
Por su parte, Mauricio Macri ha comenzado a transitar su campaña electoral con particular vehemencia. El primer gran hecho de campaña tuvo lugar en el corazón de la ciudad de Buenos Aires, ahí en la 9 de Julio, en la puerta del Ministerio de Desarrollo Social.
La brutal represión llevada adelante no fue el producto de un desborde policial, ni la respuesta a la acción política de los manifestantes. La decisión de reprimir la protesta popular fue tomada mucho antes que pisáramos la 9 de Julio. Eligieron reprimir a aquellos que, además de tener sobradas razones para reclamar en la puerta del ministerio, tienen un sentido de pertenencia al proyecto político que conduce Cristina Fernández de Kirchner.
Han desatado un fusilamiento mediático que busca estigmatizar y perseguir ideológicamente.
Han decidido reprimir para luego iniciar una cacería sobre la militancia popular con el objetivo último de fustigar durante jornadas enteras en su cadena corporativa privada, sobre la figura de Cristina. Han desatado un fusilamiento mediático que busca estigmatizar y perseguir ideológicamente.
La campaña de Mauricio Macri no busca enamorar a su electorado. Está orientado exclusivamente en cautivar la mirada atenta de aquellos para los que ha decidido gobernar. Mauricio Macri busca mostrar ferocidad y fortaleza contra los más débiles, para quedar bien con los grupos económicos que viven del negocio del endeudamiento externo. Para las potencias extranjeras que miran la Argentina como un territorio al que le sobran recursos para explotar en beneficio de otros. Para las patronales que siguen considerando el trabajo como un costo.
El modelo económico que tiene como objetivo que los pobres sean cada días más pobres, y los ricos sean cada día más ricos, no cierra sin represión, sin reconstrucción de un pensamiento único que lo legitime y sin persecución política.
Más allá del cinismo y la hipocresía con la que intentarán presentar a sus candidatos, el gobierno y fundamentalmente sus patrones, tienen la firme decisión de profundizar las políticas de ajuste después de octubre, sea cual sea el resultado. Han decidido llevar el país a una crisis que no van a poder ocultar, que los obliga a abandonar la política para maximizar las ganancias de las corporaciones que representan.
Si hay miseria, que se note. Hagamos explotar las urnas de los sueños y las esperanzas con volver a reconstruir la Patria.
Tenemos que derrotar éste modelo de miseria, porque así no se puede vivir. Hemos sido protagonistas en la calle de la pelea cotidiana contra el avance de un ajuste despiadado, y la fortaleza acumulada en estos meses nos debe empujar ahora, a construir una enorme victoria en las urnas.
Soñamos con una Patria que ellos han decidido poner el peligro. Nos quieren ofrecer un futuro de mierda como destino inexorable. Si hay miseria, que se note. Hagamos explotar las urnas de los sueños y las esperanzas con volver a reconstruir una Patria en la que los miserables que gobiernan no puedan volver a saquear nunca más.
Colectivo de Medios Oveja Negra