LA MENTIRA COMO ESTRATEGIA
19 de agosto de 2017
El que saca más votos ¿gana o pierde? Llegar a la necesidad de formularse esta pregunta, marca el nivel de agresión sobre el sentido común que despliega el ejército comunicacional que intenta legitimar el despojo, por la senda del engaño.
El domingo 13 de agosto asistimos a una escandalosa manipulación de la realidad. Escondieron detrás del engaño el resultado electoral de la provincia de Buenos Aires, intentaron esconder el resultado de la provincia de Santa Fe, con el único objetivo de silenciar la voluntad popular y forzar un análisis que justifique la profundización de un modelo económico de miseria, en el que un puñado de empresas están haciendo negocios millonarios en la Argentina.
El lunes 14 de agosto, la bolsa de comercio abrió con una suba histórica y ya lleva cinco días de funcionamiento registrando alzas del 10%. Ese mismo día, el dólar cedía cincuenta centavos en su cotización. Los medios lo llaman “el humor de los mercados”. De lo que se trata, en realidad, es de la obscena celebración de los poderosos. Dos preguntas para formularse: ¿quiénes son los poderosos y qué cuerno están celebrando?
En el principal distrito electoral del país, el gobierno de Mauricio Macri perdió, pero simuló una victoria.
Apenas 24 empresas cotizan en bolsa, razón por la cual, cada seis meses deben presentar sus balances En sus estados contables, han registrado en lo que va del año, ganancias que ascienden a 22.000 millones de pesos. Sus acciones, en esta semana, crecieron un 10% tras la simulación del resultado electoral del día domingo.
Aquello que los medios identifican como “los ahorristas que optan por el dólar”, en realidad son algunas de esas grandes empresas, a las que se suman las patronales sojeras que registraron ganancias con el alza del dólar de 19.000 millones de pesos, que acuerdan el precio de compra y venta de dólares con un puñado de cinco o seis grandes bancos privados, integrantes de un sistema financiero que viene registrando ganancias por 40.000 millones de pesos.
Los ahorristas son una suerte de Batman, parecen unos psicópatas que se los presenta como buenos, pero en realidad no existen. Lo que existen son 50 grupos económicos que se la están llevando en pala, y de los cuales viven y se enriquecen de manera directa, no más de 500 familias en la Argentina. Ellos son los que celebraban el lunes 14 de agosto.
¿Qué celebraban? Que su gobierno fue capaz de esconder detrás de una mentira pueril el resultado de una elección. De ocultar detrás del engaño el triunfo electoral de Cristina con el único objetivo de dar un paso más en llevarse puesta la democracia como único camino posible para concretar sus ambiciones económicas.
En el principal distrito electoral del país, el gobierno de Mauricio Macri perdió, pero simuló una victoria. En todo el país, cosechó apenas un tercio del electorado. A pesar de esto, los medios le dan una significación histórica a su pretendida victoria. Con idénticos resultados, allá por el 2009 y allá por el 2013, los mismos medios de comunicación, proclamaban el fin del kirchnerismo. Si fuera por la gendarmería mediática que nos explica la realidad, la verdad objetiva y la racionalidad en el análisis político, debieran suicidarse en el altar de sus intereses económicos.
Ocultan la victoria de Cristina porque la suma de sus temores es la reconstrucción de nuestro movimiento nacional y su capacidad de construir una restauración de un nuevo gobierno popular en la Argentina. La única persona en éste país en condiciones de traducir en poder político esa tarea, sigue siendo Cristina Fernández de Kirchner. Lo testimonian sus más de tres millones de votos contados, los cientos de miles que faltan contar y los tantos otros que fueron borrados del cómputo definitivo.
Ocultan la victoria de Cristina porque la suma de sus temores es la reconstrucción de nuestro movimiento nacional.
Para legitimar el relato montado sobre las elecciones, eligen como voceros de la clase política argentina a los auténticos derrotados de esta elección.
La pantomima electoral de Randazzo, en cuya aventura terminó condenando al partido justicialista a su mayor derrota en la provincia, embarcando a miles de militantes genuinos en una propuesta que desnuda en sus límites los objetivos mezquinos de su misión. Sus dirigentes, montados en un resultado electoral que no les permite siquiera obtener un sólo representante en las legislaturas en disputa, cuentan con la autoridad solo conferida por los medios de comunicación para exigir la unidad del peronismo.
Curiosa humildad la que ostentan, como autoridad para exigirle una autocrítica en ese sentido a la dirigente con más votos conquistados en la provincia de Buenos Aires. Más curioso aún, la necesidad recurrente de reconocer la victoria electoral del gobierno y edificar sus críticas más profundas hacia la conducción del movimiento nacional.
Más extraño aún, el montaje sobre la derrota del acuerdo de Davos, aquella farsa montada por Macri al presentar a Massa como el futuro jefe del peronismo ante los poderosos del mundo. Una opción electoral que ha retrocedido brutalmente en cantidad de votos en la provincia de Buenos Aires, que se presentó aliada a los gobernadores de Cambiemos en algunas provincias, y que sigue presentándose como exponente de una clase política más dispuesta a cuestionar a Cristina que al modelo económico de miseria que lleva adelante el gobierno.
El neoliberalismo está al borde de perder su alternancia democrática, razón por la cual ordena sus esfuerzos en llevarse puesta la democracia para terminar de consumar una brutal transferencia de recursos hacia los balances de los grupos económicos.
Hay una tarea indispensable de la militancia en estos meses que nos separan hasta la elección de octubre. Debemos redoblar el esfuerzo y el sacrificio para construir una victoria inocultable en cada territorio. Debemos convencer a cada uno de los que quieran frenar este modelo económico, que no es casual que el gobierno de Macri, las corporaciones económicas y los medios de comunicación, hayan elegido a Cristina como su mayor amenaza.
Debemos asumir estos meses, nuevamente, como una convocatoria a interpretar que nuestro desafío no es convencer entre los convencidos. A que cada voto que se gana es una conquista enorme.
Debemos asumir con un profundo sentido de responsabilidad que la democracia está en emergencia en la Argentina. Que los mismos que pretenden naturalizar que Milagro Sala siga presa, que ocultan la desaparición de Santiago Maldonado, que están sembrando la Argentina de miseria, no se lleven puesta la voluntad popular, que no legitimen que la democracia es eso que solo funciona cuando ellos ganan.
Debemos asumir estos meses, nuevamente, como una convocatoria a interpretar que nuestro desafío no es convencer entre los convencidos. A que cada voto que se gana es una conquista enorme, a que está en juego mucho más que un puñado de bancas, a que no hay mayor prioridad en nuestra vida que la de construir una victoria enorme en las urnas que nos permita seguir edificando nuestro futuro. Para eso es necesario y urgente que la militancia desarrolle las viejas tácticas de la cercanía indiscutible con cada votante. Hay demasiada gente de a pie que votó mal, estemos cerca buscando juntos la supervivencia colectiva.
Nunca olvidemos aquella enseñanza de San Martín: “Si hay victoria en vencer al enemigo, la hay mayor cuando el hombre se vence a sí mismo.”
Colectivo de Medios Oveja Negra