Oveja Negra

HACIA UNA ESTRATEGIA NACIONAL


04 de diciembre de 2020

Oveja Negra

Nuestro país enfrenta desafíos de una inusitada complejidad. Restricción externa, inestabilidad macroeconómica sumado a un endeudamiento ulceroso que estrangulará tanto a las finanzas como a la producción, de no mediar un “jubileo” en los plazos e intereses de repago.

Por Leandro Greca

Nuestro país enfrenta desafíos de una inusitada complejidad. Restricción externa, inestabilidad macroeconómica sumado a un endeudamiento ulceroso que estrangulará tanto a las finanzas como a la producción, de no mediar un “jubileo” en los plazos e intereses de repago. Al respecto, la autoridad económica ha dado pasos significativos obteniendo un arreglo razonable con los acreedores privados en moneda extranjera mientras se prepara, en estas semanas, para reconvertir el stand by del FMI en un acuerdo de facilidades extendidas.

Por su parte, el frente interno presenta un panorama desolador signado por el desempleo, la recesión y crecientes niveles de pobreza que nos avergüenzan. Nada de esto nació de generación espontanea. Padecimos durante cuatro años el latrocinio y la indolencia de una administración que miraba con la nuca al pueblo y sus necesidades. Y, en este 2020, sobre llovido, mojado. Estamos corriendo detrás del Covid 19, detrás de las urgencias sociales más acuciantes y del pandemónium heredado en materia sanitaria. Ahora bien, todo de este cuadro de situación, por más desalentador que parezca, no debiera ser óbice para proyectar el largo plazo, para vislumbrar esa estrategia nacional tantas veces proclamada y excepcionalmente realizada. Desde esta columna, queremos hacer un humilde aporte al debate que nos debemos los argentinos que aspiramos a reencauzar a la Patria en su destino de grandeza y justicia social.

Habitamos un mundo que destruye empleo y que se encuentra inmerso en un acelerado proceso de reestructuración tecnológica. A su vez, los precios predatorios, la guerra de tasas y de aranceles conspiran contra quienes, desde las periferias, deseamos construir una comunidad de trabajo. Empero, el lastre que suponen las connotadas “condiciones objetivas” tienen que ser subsanadas con voluntad política y con el mayor consenso posible. Seamos claros. Si proteger el trabajo tiene un “costo”, tanto más lo tiene el pleno empleo. Pero estos “costos” guardan relación directa con los beneficios que nos proveerá cosechar una comunidad más fraterna e inclusiva. Cualquier pacto social que se precie de tal tiene que estar orientado en esta dirección. La misma consideración es extensiva a la intervención estatal; la cual deberá coordinar expectativas, esfuerzos, incentivos, la estructura tributaria, las prestaciones sociales y, por supuesto, a las dependencias y funcionarios consustanciados con el objetivo. Crear trabajo digno.

La crónica contemporánea nos ofrece una narrativa eficientista de la cual debemos librarnos. La especialización, como modelo excluyente, nos conduce a enclaves productivos y a una mayor heterogeneidad y dispersión de la masa laboral. Ante estos nuevos cantos de sirena, no está de más recordar que todo trabajo y todo trabajador es esencial (por usar un término común en la actualidad). Durante su mandato, Macri prometía hacer de la Argentina el “supermercado del mundo” al tiempo que agitaba “la reconversión” para las firmas que se quedaban sin salida exportadora y sin mercado interno y fraguaba una Ley del Software a la medida de las corporaciones mediáticas y de las telecomunicaciones. No fue difícil advertir que tras los grandes anuncios se escondían la reprimarización de la economía y los negocios para los sectores rentísticos y oligopólicos.

Una comunidad de trabajo es posible si, simultáneamente, se sostiene el trabajo existente, se aprovechan las ventajas comparativas, se garantiza la transferencia tecnológica y se mejora el poder adquisitivo de los salarios y haberes previsionales. También, por supuesto, si se redobla la inversión en ciencia aplicada, si se presta la debida atención a aquellos sectores de punta – como la industria satelital – que han alcanzado los estándares internacionales. Sólo el esfuerzo sostenido en el tiempo, en relación a la I+D, hará de la competitividad una regla. Por el contrario, el relato emprendedurista seguirá dominando la agenda blandiendo sus unicornios y casos de éxito.

Se trata, como decía Aldo Ferrer, de ganar densidad nacional, de congeniar y fortalecer todas las actividades: las intensivas en capital y las intensivas en trabajo, las economías regionales, el cooperativismo, las tareas de cuidado. Industria, campo y servicios. Se trata de movilizar el ahorro nacional para saldar todas las asignaturas pendientes en materia de obra pública y vivienda. Si algún aprendizaje nos deja esta pandemia es que las obras se pueden hacer con transparencia y eficiencia tal como lo demuestran los hospitales modulares y la renovación en infraestructura sanitaria.

El ahorro nacional es necesario pero no suficiente para desatar todas nuestras potencialidades. En ese sentido, es innegable el aporte que tienen para dar las inversiones extranjeras directas (IED) en esta coyuntura global donde reina la incertidumbre, donde los empleos registrados y de calidad son considerados bienes escasos, donde los flujos financieros se desplazan “minuto a minuto”, sin límites y sin miramientos de ninguna naturaleza. Se necesita un Estado inteligente para marcar la cancha, para plantear un tratamiento diferenciado, para que la inversión extranjera no devenga en barreras de entradas, para armonizar, ya sea ex ante o ex post, el interés nacional con el genuino interés del inversor en valorizar sus capitales y bienes físicos. Lo mismo cabe para los regímenes de promoción, para las moratorias y asociaciones público-privadas. Atrás quedaron las fórmulas indiscriminadas que con una polinómica descubrían la cuadratura del círculo. Atrás quedaron las recetas que descansaban exclusivamente en un “dólar alto” o en una “buena macro”.

Densidad nacional para amalgamar las fuerzas productivas y soberanía para alzar nuestra voz en el concierto internacional, para denunciar los atropellos imperiales y la ocupación ilegal e ilegítima de nuestras Islas Malvinas. Firmeza para sostener una política exterior de paz y respetuosa del derecho internacional. Firmeza para desestimar las imposiciones de un globalismo moribundo y de un soberanismo agresivo que levanta muros entre los pueblos y discrimina a los migrantes. La Tercera Posición está más vigente que nunca - así lo expresa el Papa Francisco en su reciente encíclica Fratelli Tutti - y sigue representando un faro de cara al futuro.

Integración regional para pasar a la ofensiva, para alcanzar el umbral de poder (Gullo, 2019) adecuado en esta etapa de continentalismos. Resulta imperioso reanudar los proyectos inconclusos: energía, corredores bioceánicos, moneda común para los intercambios intrarregionales y una política de defensa conjunta para mantener a raya la avidez imperial por nuestros recursos. Tenacidad para defender la democracia y la voluntad popular en cualquier punto del continente donde éstas se vean vulneradas tal como ocurrió en Bolivia hace un año. El Presidente Alberto Fernández ha brindado un ejemplo de generosidad al resguardar a Evo Morales y a su comitiva, al desconocer a los golpistas coronando este acierto a instancias de la contundente victoria electoral del MAS y la vuelta de Bolivia a la normalidad institucional.

El conflicto por la hegemonía global representado en las superpotencias China y Estados Unidos es una oportunidad para consolidar una estrategia regional de conjunto. Unidos, huelga aclarar, somos más fuertes. Y la historia ha demostrado que cuando los de arriba se pelean, los de abajo tenemos más chances de ampliar nuestros márgenes de autonomía. Si no realizamos nuestra voluntad, otros lo harán por nosotros. Si no plantamos bandera, difícilmente seremos artífices de nuestro destino.

Comunidad de trabajo, densidad nacional e integración regional. Elementos para una estrategia disponiendo de todo el tiempo y todo el espacio. Proyectar la Argentina del mañana debe ser una tarea de todos manteniendo viva la memoria de los que nos antecedieron y sembrando, lo mejor que tenemos, para los que vendrán.

 

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