La Estructura Argentina Dependiente: primera entrega
25 de junio de 2024
Reflexionar en torno a nuestra soberanía implica poder caracterizar correctamente el lugar que ocupa nuestro país en relación a los poderes fácticos y potencias mundiales. Sin un correcto análisis estructural no se puede pensar ni en un programa emancipatorio, ni en un posicionamiento geopolítico conveniente. Esta nota, pretende ser el inicio de una serie de escritos que aporten herramientas para una praxis política en clave popular.
Por David Acuña
Formación Social Colonial
Una estructura colonial se define por la imposición contradictoria de una minoría extranjera sobre una población nativa. Históricamente la imposición se sustentaba en el ejercicio de la violencia directa mediante instituciones jurídicas, militares, económicas y donde la religión suele ocupar un rol fundamental en la legitimación de la dominación.
En la formación social colonial, la extracción del excedente no ocurría principalmente vía una relación económica libre entre capital y trabajo, sino por una coerción extraeconómica. De esta manera, el establecimiento de grandes contingentes militares era esencial para el desarrollo de la relación de explotación colonial que se manifestaba en el establecimiento de un monopolio comercial del país, propiedad latifundista de la tierra, prácticas extractivistas de recursos naturales y cobros de impuestos elevados en forma de dinero, productos o cuotas de trabajo. Los casos de África y Asia en los siglos XIX y XX han sido los modelos clásicos de dominación colonial y sobre los cuales, políticos como Lenin han producido bastas reflexiones al respecto.
Ante esta relación de dominación, las luchas de liberación nacional llevaron a la conformación de nuevos Estados Nacionales que aún hoy pelean por remover las estructuras de dominación y desigualdad social heredadas de la etapa colonial. Las actuales insurgencias africanas contra el neo-colonialismo francés son un ejemplo de lo expuesto.
Luego de doscientos años de lucha, la autodeterminación política se ha vuelto una condición necesaria para desmantelar las estructuras de robo y explotación, pero no alcanza para una verdadera independencia en los países dependientes sin no se avanza en una desconexión con las formas de institucionalidad impuestas por Occidente reflejo del modo de producción capitalista también por él impuesto.
Estructuras semicoloniales
Las semicolonias han sido caracterizadas como países con gobiernos formalmente independientes, pero que se encuentran bajo el dominio directo de una potencia extranjera.
La imposición a China por parte de Gran Bretaña a ceder la ciudad de Hong Kong luego de la Guerra del Opio; los puertos japoneses bajo administración francesa, alemana, rusa y británica; como las intervenciones estadounidenses en Centro América, Filipinas y el Caribe para hacerse del dominio de aduanas, bancos, privilegios comerciales, enclaves territoriales o sustentar gobiernos títeres, son algunos ejemplos de semicolonialidad donde la autodeterminación política está ausente de verdadera sustancia y la extracción del excedente se encuentra garantizada por formas de coerción extraeconómica.
Países Dependientes
La autodeterminación política de un país no anula por sí sola la dependencia económica del mismo son respecto a segmentos del mercado mundial, el capital extranjero u otra nación.
Por ejemplo, el reconocimiento británico a las independencias hispanoamericanas fue acompañado por el establecimiento de acuerdos comerciales y el ejercicio del “libre comercio” que no solo garantizó la expansión del mercado anglosajón, sino que al mismo tiempo ayudó a consolidar oligarquías locales capaces de garantizar el orden institucional sobre el cual se ejerció el modo de explotación dependiente.
La igualdad de comercio, de esta forma, fue impuesta en las nacientes repúblicas hispanoamericanas sin la necesidad del ejercicio de una dominación política directa por parte de Gran Bretaña u otras potencias.
Por esta razón, en la fragmentación del Imperio Español en Hispanoamérica, no se asiste al pasaje en la extracción del excedente de una formación social colonial a otra de autodeterminación política donde la clase capitalista local participa de la explotación del trabajo en las mismas condiciones formales que los capitalistas extranjeros. Puesto que la sustentación de su condición de clase dirigente lo es en cuanto garante del extractivismo extranjero, es correcto considerarla como dependiente. Sin embargo, en la medida de que la objetivación de la tasa de ganancia por parte de las oligarquías locales depende de su subordinación política al capital extranjero, no alcanza en expresar la contradicción principal entre “Pueblo – Oligarquía” escindida de la de “Liberación Nacional o Dependencia”. Y ésta, a su vez, por el desarrollo de la transnacionalización del capital, de la lucha contra el imperialismo y el modelo de producción capitalista.
Perón y la Argentina autocentrada
La Argentina surgida de la ruptura del pacto colonial con España nace a la vida institucional como una nación dependiente. Tal era el grado de subordinación fundante que Julio Argentino Roca (h), como arquetipo de la oligarquía supo sintetizarla con la frase “la República Argentina, por su interdependencia recíproca es, desde el punto de vista económico, parte integrante del Imperio Británico”. El desarrollo de la Primera Guerra Mundial va a favorecer el surgimiento del nacionalismo en los países periféricos. Este procedo se intensificó al finalizar la Segunda Guerra avanzando en la descolonización de la dominación europea sobre la tercera parte de los habitantes del mundo.
Entre 1943 y 1946, la irrupción en la escena política de un sector nacionalista del ejército y las masas obreras organizadas sindicalmente permitirán el ascenso de Juan Perón a la presidencia y, con él, el despliegue de una nueva estrategia de desarrollo nacional y concepción de Estado que puede ser sintetizada en los siguientes puntos:
- Planificación: Desde el Consejo Nacional de Posguerra hasta los Planes Quinquenales hay una concepción del quehacer político como el arte de fijar objetivos, metas y prioridades para el desarrollo material y cultural del país. Es en esta época que se modernizan o se crean muchos de los organismos de estadísticas, censos y de desarrollo científico concebidos como herramientas auxiliares de la toma de decisión política y formación de cuadros para el Estado.
- Nueva Institucionalidad: Se comenzó a desmantelar el Estado oligárquico remplazándolo por uno que respondiera a las verdaderas necesidades de las mayorías sociales. Esto se reflejó en una Constitución y leyes de corte social; el voto femenino; las agregadurías obreras en las embajadas; el fomento de la sindicalización obrera y de la representación empresarial; la gratuidad universitaria; ampliación del fuero laboral; nacionalización de los depósitos bancarios y de sectores de servicios que estaban en manos del capital extranjero; nacionalización del comercio exterior y control sobre la renta agraria.
- Industrialización: Se concibió a la industrialización desde dos aspectos fundamentales: a) bajo la dirección planificadora del Estado se procuraba obtener todos aquellos bienes considerados necesarios para la defensa nacional; b) llevar adelante un proceso de sustitución de importaciones lo más amplio posible en beneficio de la balanza de pagos externa y la generación de empleo.
- Defensa Nacional: Se entendió a la misma como la sinergia organizada de todo el cuerpo social en función del real ejercicio de la soberanía nacional. Lo cual no solo es una cuestión militar defensiva, sino el de poder contar con todos los instrumentos que vuelvan efectivo la ocupación del territorio, la explotación nacional de nuestros recursos y los recursos humanos para hacerlo.
- Justicia Social: No solo implicaba el reconocimiento por parte del Estado de la dignidad humana de los sectores populares que eran invisibilizados o reprimidos en la etapa anterior, sino en el fomento de todo aquello que haga al desarrollo de la población en términos materiales y espirituales. Pues sin justicia social no hay democracia plena ni posibilidad última de contar con quien defienda la Nación.
- Integralidad Territorial: Perón concibe una Argentina Bicontinental, por eso se fomenta la ocupación del espacio marítimo (productiva y militarmente), el desarrollo de asentamientos en nuestro sector antártico y políticas proclives a terminar con el enclave colonial británico en nuestro suelo.
- Continentalismo: Para Perón no había posibilidad de inserción mundial y desarrollo si no es en clave continental. Al ideario unionista presente en San Martín y Bolívar le agrega la unidad con Brasil completando el ideario de Patria Grande por primera vez a nivel de política de Estado. La propuesta del ABC, los acuerdos bilaterales y el fomento de la unidad sindical en nuestra región (ATLAS) son también formas antimperialistas de enfrentar las políticas panamericanas de Washington.
- Tercera Posición: En el plano internacional se procura un posicionamiento independiente sin incorporarse a ninguno de los bandos enfrentados en la naciente Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Al mismo tiempo que se accede a incorporarse a la arquitectura supranacional surgida luego de la Segunda Guerra Mundial como es la ONU, la Argentina no se integra al FMI por considerar que sería lesivo para su interés nacional.
Para Perón, el desarrollo autocentrado de la Argentina partió entonces de dos cuestiones: “sentido” y “oportunidad”. Por sentido, nos referimos a la voluntad patriótica de llevar adelante políticas que conciban al pueblo como centro de las mismas. Se trataba de planificar un desarrollo interno que cuide en forma integral (material, cultural y espiritualmente) al pueblo de la patria. Y, al mismo tiempo, en el ámbito externo, contar con las herramientas adecuadas que defiendan al pueblo y al territorio que habita (diplomacia, comercio, moneda, finanzas, tecnología, fuerzas armadas, propaganda).
Y, por oportunidad, nos estamos refiriendo a que Perón contó con una mirada geopolítica capaz de entender el cambio de etapa mundial y aprovecharlo en favor del país. No es algo que Perón tenía en forma inmanente, sino que fue algo adquirido fruto del estudio. De esta manera, la Tercera Posición en el plano internacional fue algo consiente que buscaba proteger al país de las contiendas interimperiales y de cualquier tipo de agresión externa.
La recolonización de Argentina
El objetivo del golpe cívico-militar de 1955 fue borrar la matriz de autonomía nacional construida durante los dos gobiernos peronistas al mismo tiempo que el capital avanzó sobre las conquistas de la clase trabajadora intentando readecuar las condiciones de explotación. Las tensiones al interior de la burguesía argentina reflejaron el enfrentamiento que a nivel internacional las fracciones del capital industrial y las del sector financiero protagonizaban por la restructuración productiva y una nueva división del trabajo.
La inestabilidad del período dado por el aumento de la protesta social se salda con un nuevo golpe de Estado genocida en 1976 otorgando al sector financiero la primacía sobre nuestro aparato económico-productivo. Cuestión que la restauración democrática de Posguerra Malvinas no ha podido revertir propiciando un proceso sostenido de:
- Extranjerización económica, como forma de control productivo-comercial.
- Endeudamiento externo y fuga de capitales, como forma de enajenación de riqueza.
- Industricidio, como forma de reprimarización productiva extractiva.
- Pobreza estructural creciente, como genocidio sobre la clase trabajadora.
- Narcoterritorialización, como forma de destrucción de los lazos y orden social tradicionales.
- Subordinación a la política exterior atlantista yanqui, como garantía hemisférica colonial.
- Pactismo político, como consenso de toda la clase política al modelo liberal.
- Desmalvinización y relativismo cultural, como forma de quebrar el ser nacional indómito.
Comprender los alcances de la subordinación estructural de nuestra Patria y nuestro Pueblo es empezar a involucrarse con su emancipación.