La Argentina que viene
28 de noviembre de 2023
La reconfiguración del poder político en la Argentina, la penetración empresaria y los intereses que persiguen; el plan económico y la política exterior: algunas líneas para entender cómo será el contexto que atravesaremos el próximo tiempo bajo el gobierno de Javier Milei.
Por Fernando Esteche y Rodolfo Pablo Treber
¿Cómo se construye el nuevo poder político?
El singular personaje que gobernara la Argentina se autodefine como el primer presidente liberal libertario de la historia del mundo.
Con una precariedad notable en cuanto a conocimiento de la geopolítica y los movimientos tectónicos que se vienen produciendo en el mundo a nivel geoeconomía, cultiva una alineación automática y disciplinada con Estados Unidos e Israel, a pesar de que no fue la variable electoral a la que apostó la embajada norteamericana ni el gobierno de Israel.
Con movimientos que se hacen y se deshacen, el candidato electo define miembros del futuro gabinete y luego los desplaza, lo cual convierte en más impredecible lo que será su gestión de gobierno, no obstante, hay algunas alianzas estructurales ya establecidas que nos permiten perfilar algunas cuestiones.
El empresario Eduardo Eurnekian, una de las cabezas del lobby armenio americano, jefe de la Corporación América que extiende sus intereses en la industria aeroportuaria (aeropuertos y terminales de cargas aéreas en Suramérica y 50 países), agroindustrias (Unitec Bio), energía, infraestructura (Helport), y servicios financieros (Converse Bank); se ha convertido en uno de los pilares evidentes del nuevo gobierno colocando un tridente de sus alfiles en el esquema de poder de la administración que viene (Guillermo Francos, Nicolás Posse y Mariano Cúneo Libarona). El empresario de origen armenio es una de las principales llaves del gobierno entrante con el estado profundo norteamericano. También ha sido quien franqueó la posibilidad de construcción de las reuniones de transición entre el gobierno saliente y el equipo de Milei. Corresponde considerar la tensión y competencia que siempre sostuvo el jefe de la Corporación América con el núcleo del macrismo que intentó acorralarlo y perseguirlo durante su gobierno.
La penetración de la Corporación América en el gobierno de Milei es absolutamente funcional al alineamiento atlantista y específicamente norteamericano de la nueva gestión.
El ex secretario de Comercio Interior del gobierno saliente, Roberto Feletti, aportó otro sostén global del nuevo gobierno, afirmando desde su cuenta de la red X que detrás del libertario “está BlackRock y otros fondos de inversión que tienen en su haber títulos de deuda argentina y apuestan a quedarse con activos de nuestro país a precios de remate”. Esto lo exponemos más adelante.
El Fondo del americano israelí Larry Fink además de poseer títulos de deuda argentina, también tiene acciones en YPF, Bunge, Glencore, y Livent, entre otras. Tiene activos energéticos, alimenticios y minerales, los tres elementos que necesita el mundo para su desarrollo. La conexión entre Javier Milei y BlackRock se da a través de Darío Epstein, representante de este Fondo en la empresa Pampa Energía.
Para no confundir, no se trata de que Milei es un hombre de Blackrock porque la corporación tiene agentes en todos los partidos, tiene intereses y apuestas múltiples, simultáneas, y probablemente algunas antitéticas. Lo que decimos es que claramente Blackrock sabrá aprovechar el liberalismo radical del nuevo presidente argentino.
Otro de los apoyos aluvionales de Milei, aunque más discreto, es el del influyente grupo Clarín a través de uno de sus operadores políticos dilectos, Florencio Randazzo (que ocupará la presidencia de la Cámara de diputados). El ex candidato intentará construir el consenso legislativo necesario para algunas de las reformas estructurales que se plantean. Al grupo de Randazzo también se le entrega el nicho más importante en cuanto a manejo y disponibilidad presupuestaria; su socio Juan Schiaretti colocará un propio soldado en la administración de la ANSES, la administradora de jubilaciones y pensiones que será objetivo primario en los ajustes necesarios que exige el Fondo Monetario Internacional. Esto evidencia la incorporación del peronismo antikirchnerista por un lado y una tregua mediática de mediano plazo por el otro. Ambos elementos de gobernabilidad.
La entrada de Patricia Bullrich, ex candidata presidencial del macrismo, a la cartera de Seguridad que ya ocupó durante el macrismo, se entiende en la clave de una concesión temporal al macrismo pero que también cuenta con el aval del otro socio idealizado por Milei, el gobierno del Estado de Israel.
La llegada de Luis Caputo a Economía, además de hacer volar por los aires en lo inmediato al propio staff dolarizador de La Libertad Avanza; se puede leer como una concesión al macrismo aunque hay quienes sostienen una tensión entre la pareja endeudadora (Macri y Caputo) y entonces limitan la designación a la propuesta de Caputo para resolver el desarme de las leliqs y demás bonos garantizando la tasa de ganancia de los bancos; un nombramiento temporario para una tarea específica necesaria. Un hombre de las finanzas para resolver el mantenimiento de la tasa de ganancia del mundo de las finanzas. Más gobernabilidad.
Lo que está claro, en principio, es cierto desplazamiento de la vicepresidente y expresión de la derecha pretoriana, Victoria Villaruel, reducida a su tarea de presidir el senado por ahora.
El desembarco anunciado del supermillonario mexicano Carlos Slim comprando o asumiendo la concesión de ARSAT, la industria aeroespacial nacional, redunda además en un desafío abierto a Clarín y a varios de los otros actores que están hoy tejiendo sus redes en el gobierno que viene. Además de la enajenación de la soberanía nacional que iremos advirtiendo en cada movimiento del nuevo gobierno.
La entrega lisa y llana de YPF (el petróleo y el gas argentino) a Paolo Rocca (Techint) para preparar su re privatización, desplaza al “Señor del Petroleo”, que llegó importado a la Argentina por Cristina Kirchner, Miguel Galuccio, del poder omnímodo que venía teniendo en la vigorosa y estratégica área.
Otras concesiones como la entrega de la minería al buffet jurídico de Bruchou y Funes de Rioja, mediante la designación de su socio Sergio Arbeleche, que no es un industrial sino un abogado de industriales mineros (industriales que no tiene problemas en invertir sus capitales en la timba financiera y no en la producción), da cuenta de una suerte de loteo de áreas de poder y de soberanía, en el afán de construir cierta gobernabilidad que satisfaga a los distintos actores del llamado círculo rojo.
Claro que en un esquema semejante donde se evidencia el contenido de contrarios, hay que saber leer los mínimos movimientos que se vayan produciendo porque pueden redundar en deserciones, asociaciones o lo que pudiera suceder.
¿Qué va a pasar en lo económico?
La reciente victoria electoral de Javier Milei, que lo llevará a ser presidente de la República Argentina, supone una reconfiguración de la política económica nacional. Pasará de ser un país dependiente y primarizado, a una factoría de utilidad exclusiva para los intereses geopolíticos del imperio norteamericano.
Desde hace casi 50 años, comenzando en la dictadura militar de 1976, la Argentina transformó su matriz económica, que hasta el momento contaba con un alto grado de industrialización y, por lo tanto, independencia; para pasar a ser dependiente de la producción primaria y sus exportaciones.
Sin lugar a dudas, este era el principal objetivo de aquella dictadura financiada por sus beneficiarios finales en el extranjero. Luego, con el retorno de la democracia formal, las distintas administraciones se distinguieron por el grado de profundización y nivel de distribución de las riquezas e inversión social (salud, educación, servicios, vivienda) generadas por ese mismo modelo dependiente, sin retomar, por falta de voluntad, fuerza o mera complicidad, la idea de una Patria industrializada, con trabajo genuino, soberana e independiente a los factores externos.
La victoria de Javier Milei, teniendo en cuenta sus propuestas de campaña y primeros anuncios antes de su asunción, se puede traducir en una profundización de este mismo esquema, y sus nefastas consecuencias sociales, junto con un alineamiento irrestricto a los intereses geopolíticos de los Estados Unidos en un contexto de indudable debilitamiento de su hegemonía a nivel global.
Los pilares de su campaña política fueron lograr estabilidad económica, a través de una dolarización total, y el cierre del Banco Central de la República Argentina, para liberar completamente el mercado, bajo la falsa hipótesis de la presencia del Estado como principal causa de los problemas económicos y sociales.
En rigor de verdad, ambas propuestas no pueden, ni quieren, solucionar ninguno de los problemas locales, sino que responden al objetivo de ser funcionales a lo que los Estados Unidos requiere en este momento histórico dada su decadencia hegemónica y el inicio de una nueva era multipolar.
En primer lugar, y sin adentrarnos en los enormes problemas que conlleva usar una moneda que se emite y controla desde otras latitudes, la idea de dolarización se plantea en un marco donde esa divisa ha perdido un 20% de participación en el comercio global en los últimos 10 años y, actualmente, se deprecia a un ritmo superior al 3% anual. Este suceso viene de la mano con la puesta en marcha operativa de los pagos en monedas locales en gran parte del mundo que generó que muchos países opten por transformar sus reservas oficiales en canastas de monedas constituidas por distintas divisas y metales (anteriormente conformadas, casi exclusivamente por dólares estadounidenses).
Este desprendimiento masivo del dólar tiene como efecto inmediato un crecimiento de su grado de liquidez y, como consecuencia, junto a la pérdida de participación en el comercio global, una devaluación permanente del dólar en términos reales a lo largo y ancho de todo el mundo.
Este es el contexto geopolítico que motiva a Estados Unidos a profundizar su injerencia en Nuestra América mediante un proceso de sobre colonización. Solo comprendiendo esta realidad es que podemos llegar a descifrar los objetivos principales de las propuestas del partido libertario de Milei;
1) La dolarización para poder invertir, colocar, sus dólares a fin de mermar su depreciación y, al mismo tiempo, extraer riquezas y recursos naturales para fortalecer su posición en el plano industrial / energético.
2) El cierre del Banco Central para asegurarse que el 100% de lo invertido en el país sea fugado / girado al extranjero, dejando sin ningún beneficio a la Argentina dado que no contaría con ninguna institución de regulación financiera u orientadora del crédito.
Este es el combo político económico que terminaría de clasificar a la Argentina como una colonia, productora de materias primas, al servicio de un imperio extranjero.
Sumando datos a esta hipótesis, es de esperarse un giro en las relaciones comerciales de Argentina dado que el presidente electo se ha manifestado en distintas ocasiones a favor de estrechar su vínculo con “el mundo libre” de Estados Unidos e Israel y -totalmente a contramano de la clara tendencia global hacia el aumento de la intervención de los estados, el proteccionismo, y los acuerdos de cooperación y desarrollo entre naciones- cortar todos los vínculos comerciales donde se den regulaciones o acuerdos entre estados.
Esta ruptura de acuerdos incluiría salir del Mercosur que, actualmente, con Brasil como principal actor, representa el 25% de las exportaciones argentinas mientras que, si se suman los acuerdos entre estados con Brasil e India, el conjunto de las exportaciones suma el 40% del total y más de 30 mil millones de dólares. Sin lugar a dudas, este giro de la política exterior argentina nos alejaría de la posibilidad de aumentar el intercambio comercial con una gran parte del mundo, que hoy se organiza en torno a los BRICS, y nos cercenaría a vínculos, desparejos y altamente desfavorables, únicamente con Estados Unidos y sus socios.
Sin embargo, y teniendo en cuenta que Estados Unidos es un gran productor de alimentos, es posible que lo mencionado anteriormente se focalice en el plano de la industria pesada y la explotación de minerales y recursos naturales para la energía (principalmente gas, petróleo y litio) con la intención de adueñarse del potencial productivo de las zonas de Vaca Muerta, el Mar argentino y la Cordillera de los Andes.
Tanto es así, que ya se anunció la intención de privatizar la mayor empresa de explotación y producción de hidrocarburos, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF de dominio 51% estatal), y para ello se designará a Horacio Marín, proveniente de Tecpetrol y parte del Grupo Techint, empresa multinacional que actualmente tiene la mayoría de sus capitales radicados en los Estados Unidos, cuyo CEO, Paolo Rocca, fue uno de los financistas principales de la campaña de Milei.
Estas son solo algunas aristas de lo que se puede transformar en el proceso de saqueo más grande que haya sufrido la historia argentina.
En la vida cotidiana de nuestro pueblo es claro que se producirá una caída del poder adquisitivo y una retracción económica, una caída fenomenal del consumo que cambiará radicalmente las condiciones de vida de millones de compatriotas.
La política exterior
A esta altura de la transición parecería evidente que quien resultará designada a la cabeza de la cancilleria será la profesora universitaria y economista Diana Mondino sin ninguna experiencia en política exterior. Tiene antecedentes laborales en Pampa Energia, la empresa que Mindlin regentea a nombre de Larry Fink y Joe Lewis.
Como parte del equipo más cerrado del presidente electo Javier Milei, la señora Mondino proclama una profunda reforma en el servicio exterior argentino jerarquizando la dimensión económica de las relaciones exteriores para lo cual traspasarán la secretaria de comercio exterior desde Economía a Cancillería.
Mondino ha sido muy laboriosa y entre otras cosas ya está planificando sendos viajes de Milei a Estados Unidos y a Israel. En cuanto a este segundo destino ya reunió a Milei con el embajador sionista en argentina Eyal Sela para ultimar detalles y asumió el innecesario compromiso de incluir a Hamas como agrupación terrorista perseguida en Argentina.
Los saludos de Najib Bukele (El Salvador), Santiago Peña (Paraguay), Lacalle Pou (Uruguay), Macron y Mattarella (Francia e Italia), además de Jair Bolsonaro, el partido español franquista Vox, y la promesa de una visita que comprometiera Donald Trump, afirman el alineamiento a una derecha conservadora y una política exterior tributaria de este alineamiento.
Respecto de las relaciones con China, la segunda economía del planeta, con menos virulencia ideológica que en campaña electoral, se plantea ahora mantener el comercio en el nivel de lo privado, mientras Mondino reclama saber de qué se tratan los acuerdos sobre la base aeroespacial china y atender las consecuencias del uso del swap chino de parte del gobierno de Massa.
Sigue afirmando Milei su negativa a incorporarse en enero a los BRICS + 6 argumentando que las relaciones comerciales no necesitan de ese ámbito para desarrollarse como hasta ahora y que por otra parte la incorporación al Banco de Desarrollo de los BRICS sólo implicaría tomar más deuda. Dependerá de los funcionarios de carrera que están asesorando a Mondino que el país no transite un autoaislamiento lamentable.
Respecto del Mercosur, ya dijimos más arriba. La preocupación fundamental es resolver la posibilidad de construcción de acuerdos comerciales entre privados y un Mercosur "modernizado". Buscarán liberalizar trabas aduaneras y comerciales, eliminar restricciones (el SIRA pergeñado por Massa), y reformular el actual arancel externo común en el bloque al que se sumaría Bolivia.
El limitado equipo de Mondino pregona la necesidad urgente de un acuerdo de Libre comercio bilateral o a través del Mercosur con la Unión Europea.
Finalmente, mediante una llamada telefónica Milei ofreció ante Zelensky a la Argentina como sede de un encuentro para hallar la resolución pacífica “de acuerdo a normas y al derecho internacional” de lo que ambos denominan “invasión rusa” a Ucrania.
En concreto, la política exterior parecería a punto de ser reducida a una mera oficina de comercio exterior sin mayor proyección política como no aparezca alguna demanda puntual de parte del Departamento de Estado norteamericano.