por Hector "el Gringo" Amichetti *

¿Existirían derechos laborales y sociales en el mundo si los trabajadores y trabajadoras no se movilizáran?

Sólo hace falta repasar un poco la historia de la humanidad para encontrar la respuesta.

Las conquistas o mejor dicho los logros -como le gusta llamarlos a mi gran amigo libertario (linotipista de oficio él)- no han sido nunca una concesión de los señores feudales, ni de los terratenientes, los patrones capitalistas o las corporaciones multinacionales.

De una u otra forma siempre hubo movilización y confrontación por la cerrada negativa al diálogo del más poderoso.

Setenta años antes de Cristo le hubiera resultado más sencillo a Espartaco sentarse en torno a una mesa a discutir la eliminación de la esclavitud con las autoridades de la República de Roma.

El comprendió que no había predisposición para eso y decidíó movilizar un ejército de esclavos.

No tenía otra opción.

Sin Revuelta de Haymarket en Chicago y muchas otras en todo el mundo todavía estaríamos con jornadas de trabajo de 14 horas.

Y sin el 17 de octubre del '45 no tendríamos vacaciones, aguinaldo, régimen jubilatorio, ni convenios colectivos de trabajo.

Sin Tucumanazo, Rosariazo, Cordobazo y otras puebladas todavía estarían los sucesores de Onganía.

Si no hubiera habido movilización el 29 de noviembre, ni el 14 y 18 de diciembre pasado en Argentina, ya estaría sancionada una reforma laboral a la medida de los que pretende la versión local del neoliberalismo.

Desestructurar los convenios que hemos conseguido y mantenido con movilización y luchas desde hace más de 70 años.

El moderno orden explotador necesita adecuar el esfuerzo de los trabajadores/as a las ambiciones productivas de los patrones y de un sistema donde manda el capital y la especulación financiera desprecia al trabajo.

Aclaro que a pesar de algunas claudicaciones todavía no hemos sacado de nuestra marcha "combatiendo al capital".

¡A ver muchachos! No es justo seguir cantando mientras le hacemos un guiño a la negociación en los términos que ellos la proponen.

Si no quieren marchar no lo hagan, pero no pretendan convencernos de que con estos tipos enfrente los derechos pueden defenderse de manera más educada.

Es probable que Don Arturo Jauretche agregaría una nueva zoncera con los practicantes del dialoguismo bobo.

Han sido, son y serán siempre tan dialoguistas que ni siquiera se dan cuenta cuando el que se sienta a hablar con ellos no quiere arreglo.

En un par de días las trabajadoras y trabajadores vuelven a ganar las calles por una razón muy sencilla: porque no hay otra opción.

La Justicia Social no se negocia.

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* Hector Amichetti es Secretario General de la Federación Gráfica Bonaerense e integrante de la Corriente Federal de los Trabajadores.