UNIDAD DEL PERONISMO: PESADILLA DE LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA
11 de noviembre de 2017
La ofensiva neoliberal va por todos y contra todos. El gobierno opera como un instrumento para saciar la voracidad de un puñado de grupos económicos vinculados a los negocios financieros y agroexportadores, y está dispuesto a transformar el Estado en un garante de la destrucción de las pautas democráticas consolidadas en estos años.
El Gran Ajuste Nacional lanzado hace semanas, dejó los lugares comunes que utiliza el balbuceante Macri en sus discursos, para mostrar los colmillos de sus propuestas legislativas. La transformación regresiva de la Argentina cambio de ritmo. Aceleradamente buscan consolidar un patrón de distribución del ingreso que destruya el poder adquisitivo de los asalariados y los sectores populares.
El manual del buen alumno del Fondo Monetario Internacional, marca la agenda de las políticas económicas del macrismo.
Asoma en el horizonte una reforma previsional que significa un ataque decidido al bolsillo de jubilados, pensionados y beneficiarios de derechos sociales como la Asignación Universal por Hijo. Con cinismo celebran un ahorro de 100.000 millones de pesos en la propuesta, que significa 100.000 millones de pesos menos a distribuir entre las mayorías populares. El manual del buen alumno del Fondo Monetario Internacional, marca la agenda de las políticas económicas del macrismo.
El sueño de una Patria a la que le sobran provincias y gente, se desnuda con el proyecto de reforma Tributaria, acompañado con el debate acerca del destino del Fondo del Conurbano, y agravado por la reforma en los aportes patronales que pretenden, le imponen a las provincias una distribución absolutamente asimétrica con relación a la Ciudad de Buenos Aires y a la Provincia de Buenos Aires.
Provincias que se ven condicionadas a financiar la reducción de ingresos brutos con un recorte del gasto público, que no es otra cosa que realizar despidos en las administraciones provinciales y municipales. Un tendal de nuevos desocupados que van a observar cómo se agrava la situación del empleo en el sector privado en cada Provincia, producto de la eliminación de los beneficios de aportes patronales diferenciados.
Cuando las provincias cuentan de a miles las trabajadoras y los trabajadores que se quedan sin laburo por la apertura irrestricta de las importaciones y los tarifazos, y al mismo tiempo, se les exige que achiquen los gastos que realiza el Estado, fundamentalmente en generación de empleo público, la palabra federalismo se termina asimilando a la cabeza del Chacho Peñaloza en una pica.
El Mitrismo del Siglo XXI no deja mucho terreno de interpretación del rincón de la historia que deben ocupar Gobernadores e Intendentes de las provincias. Menos aún, deja margen de duda acerca del lugar de la cancha que debe ocupar un peronismo federal, que no pretende estar condenado a ser disciplinados con el neoliberalismo, para ser los más beneficiados de la miseria que pretenden distribuir en nuestra Patria profunda.
Para que los grupos económicos se hagan más ricos, hace falta que los trabajadores se vuelvan más pobres.
La brutal reforma laboral, se afinca sobre tres pilares que retrotraen las condiciones de trabajo al Siglo XIX, desnuda la piedra filosofal de la ofensiva neoliberal. Para que los grupos económicos se hagan más ricos, hace falta que los trabajadores se vuelvan más pobres. No alcanza con los negocios vinculados a la deuda externa y los intereses generados por el sector financiero. Es necesario sacar del bolsillo de los trabajadores para trasladar a los balances del puñado de miserables que se vienen haciendo millonarios cada día que pasa con Mauricio Macri en el gobierno.
La reforma laboral no genera ninguna duda del desafío que le impone al peronismo. Tanto hemos hablado de la unidad, como si se tratara de un fin en sí mismo, que la ofensiva contra los trabajadores imponen una actualización sobre el debate vacío de cualquier unidad que se intente.
El peronismo necesita transformarse en el hecho maldito de esta restauración neoliberal.
La Unidad del peronismo sólo puede lograrse en el combate contra las reformas que intenta imponer el gobierno. La unidad del peronismo debe materializarse en la voluntad única expresada en el terreno legislativo, y también en la calle. La unidad del peronismo está atravesada por una batalla por su sentido histórico. El peronismo necesita transformarse en el hecho maldito de esta restauración neoliberal. La reforma laboral es una oportunidad para aglutinar esta esperanza afincada en un pueblo que no renuncia a la vocación de volver a ser felices.
Sobre la complejidad de este escenario se erige la posibilidad de cristalizar la representación de ese sentir histórico del peronismo. Debemos exigir que aquellos, del sector o extracción que mejor les quepa, pero con la identidad hecha banca legislativa, no claudiquen ante la ofensiva sobre los trabajadores y las trabajadoras. Con los pies en el barro y el grito en el cielo, vamos a ser la pesadilla que atormente permanentemente la restauración conservadora.
Colectivo de Medios Oveja Negra