SI EL 2018 ES DE LUCHA, HAY 2019 PARA SOÑAR
13 de marzo de 2018
Hubo un tiempo en el que todas las ovejas fueron negras. Un tiempo sin amo y sin pastor. Sin la invención del rebaño, sin los perros para arriarnos, sin la colonización del pensamiento que nos fue estigmatizando como la sangre maldita del rebaño blanco.
La oveja negra es resistencia, es un sueño indómito que se ha transformado en la pesadilla del amo, en la rebelión para el pastor. Y aquí estamos, por tercer año consecutivo, en AM 740, Radio Rebelde, alzando la voz.
Porque no son tiempos para andar callados, ni menos aún arrodillados frente a la colonización del sentido común al que pretenden condenarnos las grandes empresas periodísticas en la Argentina. Los profetas del odio, la gendarmería mediática de la restauración neoliberal están empujando al periodismo por un abismo moral sin retorno.
La mentira ha sido siempre el refugio de los cobardes. El neoliberalismo se ha caracterizado por un cinismo desmesurado, que siembra exclusión social, política, económica y cultural allí por donde pasa; al mismo tiempo que ofrece un futuro plagado de ilusiones para aquellos a los que se dispone a saquearle sus recursos. No se trata de un simple blindaje mediático, se trata de una perversa ingeniería montada por los grupos económicos de la comunicación y de una complicidad canalla de aquellos que prestan su nombre para sepultar la verdad en el fondo de los intereses de sus patrones.
Son tiempos de seguir asumiendo el compromiso de fortalecer la comunicación de los pueblos, para abrazar las convicciones políticas y la identidad que nos constituye para seguir remontando sueños. Si lo sabrá la Radio Rebelde, que tiene a Luis D´elía cautivo por los que se creen dueños de todas las cosas, además de la palabra.
Son tiempos también para multiplicar la militancia. Las enseñanzas de un diciembre caliente, de enfrentamiento al ajuste brutal sobre el bolsillo de nuestras jubiladas y nuestros jubilados, sobre la Asignación Universal de nuestras pibas y pibes, nos marca que en la calle, hay muchísima información del futuro para darle pelea al neoliberalismo. Son las enseñanzas que surcaron la 9 de julio, en un febrero en la que la unidad se hizo calle.
En la calle, nos hemos permitido recuperar la autoestima de un campo popular que transitó dos años errantes, plagado de heroísmo espontáneo en la lucha, aturdido de silencios en su dirigencia, enajenado de los laberintos del desencuentro al que nos condenan los intereses mezquinos de unos pocos que sólo intentan acomodar sus huesos. En la calle, empezamos a encontrar las respuestas necesarias, al cada vez más vigente desafío de transformarnos en el hecho maldito de la restauración neoliberal.
El gobierno de los patrones, que conduce un cada vez más debilitado Mauricio Macri, que esconde negocios en cada ministerio, que oculta tras la máscara del cinismo el objetivo de miseria planificada al que nos quieren condenar, tiene en su meta para el 2018 un ajuste estructural sobre el ingreso de la enorme mayoría de la población. Se ha fijado como meta profundizar el endeudamiento externo como única herramienta para patear los negocios de unos pocos hacia adelante, y así condicionar el destino de nuestra Patria por décadas.
El desmantelamiento de la industria nacional, la destrucción del aparato productivo federal, el disciplinamiento social a partir de la desocupación creciente, la asfixia salarial con una inflación que crece al ritmo de la especulación financiera y los intereses de los grupos económicos, la subordinación absoluta a los intereses de los organismos de crédito y las potencias extranjeras, son la amenaza que fija el tamaño de nuestra responsabilidad frente a la historia.
El 2018 será un año que nos convoque a pelear, que nos invite a la calle para defender los intereses materiales de un pueblo al que se le agota el colchón social que nos dejara aquella “pesada herencia”. El 2018 nos convoca a la unidad, cuyo sentido esté escrito en una agenda forjada al calor de la movilización y la organización popular. Para que la unidad deje de ser apenas una palabra bonita, y de pronunciación rimbombante, debe dejar de ser escrita con la pluma del cobarde.
Si el 2018 es de lucha, hay 2019 para soñar. Sencillamente, porque la noche no es eterna, apenas oscura y en el horizonte de la organización popular, está el amanecer de la Patria que soñamos.
Por eso seguimos alzando la voz, porque el silencio, es la paz de los poderosos.
Alguna vez, un poeta enseñaba que cuanto más pasan los años, más nos apartamos del rebaño blanco, porque sabemos para donde va. Porque aquel que calla otorga y aunque la ignorancia es sorda, pudimos levantar la voz, más fuerte que los ladridos, de los perros consentidos y que la voz del amo y el pastor.
Nuestra oveja es negra, rebelde, mujer y peronista. Llevamos una herida abierta que solo se cura con dignidad.
Colectivo de Medios Oveja Negra
Foto: M.A.F.I.A