Oveja Negra

LOS FEMICIDIOS SON CRÍMENES SOCIALES


30 de abril de 2017

Oveja Negra

Foto: ES Fotografía
Foto: ES Fotografía

En los 28 días que lleva el mes de abril, se registraron 28 femicidios.

Belén, Claudia, Micaela, Silvia, Lucía, Florencia, Silvina y Ornella, no murieron ni fueron “encontraron muertas”, como destacan la enorme mayoría de los titulares y zócalos de los multimedios que, independientemente de sus intereses económicos o su línea editorial, reproducen una misma hegemonía cultural: la del patriarcado. A ellas las asesinaron, las golpearon, las abusaron y después descartaron los restos de su cuerpo, en un intento de ocultar un delito que excede lo meramente criminal, para llevar al extremo más fatal la enorme complejidad que nos atraviesa como sociedad. Los femicidios son crímenes sociales.

Los femicidas no operan en las sombras. Se mueven a la luz de una sociedad que avala el acoso callejero.

Los femicidas no operan en las sombras. Se mueven a la luz de una sociedad que avala el acoso callejero, son apañados por comunicadores que centran sus informativos en las víctimas, en los detalles de su vida privada, en el morbo sanguinario de la muerte, o en las palabras de una familia desesperada por encontrar a la mujer desaparecida. Los femicidas escapan todos los días de un poder judicial que se niega a llamar a las cosas por su verdadero nombre, y que tiende a hablar de “averiguación de paradero” para no meterse con las redes de trata, que no caratula como “violencia de género” a los femicidas de sus parejas, y sospecha un suicidio, como alternativa posible a la violencia machista.

María Estela, Karina, María Adela, Gabriela, Noemí, Cielo y Paulina, también son testimonios de un presupuesto cada vez más ajustado y que hipotéticamente está destinado a prevenir y erradicar la violencia contra la mujer, pero que solo se termina invirtiendo en la construcción de refugios. En vías de escape de la violencia femicida, pero jamás en educación, en igualdad, en oportunidades ni en empoderamiento.  La naturalización de la violencia de cualquier tipo sobre la mujer hace que, en el mejor de los escenarios, nos pongamos a pensar en herramientas para mitigar sus fatales consecuencias, pero rara vez direcciona los esfuerzos colectivos y gubernamentales en evitarla.

Las vidas de Cristina, María Esther, Tamara, Alejandra, Marina, Malvina, Silvia, Carmen, Tamara, Mayra y Analía dejaron el recuerdo de la ineficiencia policial a la hora de revelar la realidad detrás de un crimen consumado. Araceli engrosa esta aberrante realidad, que debilita las posibilidades de llevar una investigación a buen puerto, cuando su padre expresó con su propia voz “estamos solos”. Los restos de su hija fueron encontrados anoche en la vivienda del principal sospechoso, que declaró tres veces en la causa. Como fue la última persona en verla con vida, su morada había sido allanada al principio del proceso. Pero los restos fueron encontrados recién 27 días más tarde, después de que los funcionarios a cargo de la investigación decidieran activar la búsqueda como respuesta a la intensa movilización que encabezó la familia de la víctima.

Como resultado hoy tres policías están apartados de las fuerzas de seguridad, uno de los cuales es hermano de dos de los seis detenidos por la comisión y el encubrimiento del femicidio de Araceli, bajo sospecha de falta de rigurosidad en los rastrillajes y filtración de información. Se trata de agentes de la institución a la que acudiera la familia de la piba brutalmente asesinada, en busca de ayuda.

La violencia institucional y la lentitud exacerbada y deliberada de los agentes judiciales, agravan el daño causado a las mujeres, travestis y trans por una sociedad en la que predomina la impunidad de la violencia machista. Un mundo en el que abusar, asesinar y descuartizar a una mujer es más fácil que encontrar su cuerpo, y un millón de veces más posible que prevenir una agresión latente. 

Las mujeres estamos dispuestas a transformar esta reañlidad con un grito de revolución, construyendo un ejemplo de unidad que derrumbe las estructuras de un sistema femicida.

Decir que “el Estado es responsable” es mucho más que una consigna repetida en marchas y escrita en banderas. Es una compleja realidad en la cual, numerosos sectores de la comunidad hacen su aporte para mantener inamovibles los cimientos de un sistema que nos asesina a razón de una por día. Es comprender que esa problemática a la cual el gobierno no da respuesta mediante políticas públicas, es la misma que los grandes medios de comunicación silencian, y que las empresas transforman en una campaña de marketing. Una ecuación que no nos enseñan a resolver en la escuela ni a teorizar en las universidades. Pero es también una realidad que las mujeres estamos dispuestas a transformar con un grito de revolución, construyendo un ejemplo de unidad que derrumbe las estructuras de un sistema femicida.


                                                       Colectivo de Medios Oveja Negra

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