Oveja Negra

“DIME CON QUIÉN ANDAS...”


10 de agosto de 2017

Oveja Negra

Por Eduardo de la Serna*

Como muchas otras cosas de nuestra vida, la fe que decimos tener o no tener nos configura. Creer en un Dios sanguinario, por ejemplo, nos vuelve violentos o, por el contrario, temerosos. Con miedo a ese Dios, a sus manifestaciones, o – por el contrario – con actitudes agresivas que se le asemejan. Creer (o – por el contrario – afirmar la negación) de un Dios activo, ejecutor o (casi) titiritero, también nos vuelve (o rechazamos) sumisos, casi resignados, por ejemplo. Entre paréntesis, resulta lamentable la empobrecedora imagen del Corán que suelen dar los medios de comunicación ignorando la maravillosa historia del mundo musulmán. Hay fundamentalismos y fundamentalistas en todas partes, pero ese es otro tema.

Valgan estos ejemplos, casi esquemáticos, para – por el contrario – pensar cómo se supone que vive (o desea vivir) quien cree en un Dios comprometido con la historia, un Dios-amor. Sin duda esto nos compromete hacia el/los otro/s. Pero miremos más en detalle este aspecto:

Todo lo que aluda a la historia, a la “carne”, es mirado negativamente, por ejemplo la política.

Grupos religiosos integristas o particularmente conservadores, tienen como característica – por ejemplo – una lectura bíblica fundamentalista (lo que implica un obrar conforme a eso), una espiritualidad intimista e individualista, un Dios de “premios y castigos”. El dualismo antropológico suele ser su característica principal, pero un dualismo particularmente centrado en lo sexual, jamás en lo económico. Todo lo que aluda a la historia, a la “carne”, es mirado negativamente, por ejemplo la política. Por eso en algunos aspectos estos grupos casi se “tocan” (y en ocasiones realmente se fusionan) con el budismo zen que se entiende como búsqueda de la “paz interior”, el “amor a sí mismo”, y se centra en un “ir hacia adentro” sin plantearse un “salir hacia fuera”. Conseguir esa paz nirvánica es el objetivo que cada uno debe buscar para sí para estos grupos.

No se trata aquí de mirar o evaluar la fidelidad o coherencia de cada dirigente, pero hay elementos que pareciera que deben ser mirados con atención.

  • El ex ministro y hoy candidato oficialista Esteba Bullrich, entre sus cada vez más numerosos dislates ha afirmado que hay salidas laborales en la fabricación de cerveza artesanal o en ser piloto de drones. Y no se trata de que haya olvidado que es candidato a legislar, no a ser un “consejero laboral”. Él debe preocuparse y ocuparse de que haya más y mejores oportunidades de trabajo para sus conciudadanos; de que el Estado sea garante y proponer políticas activas para que haya trabajo. Pues no, parece entender que su misión es alentar “emprendedores”, es decir “individuos” que “cada uno” por “su cuenta” busquen salir adelante.
  • El ex ministro y hoy candidato nos ilustró con el ejemplo de la gallina y el cerdo en la alimentación y el “compromiso” de este último (sic), en lo que pareciera una invitación a aceptar ser ejecutado para que otros disfruten. Y siempre son los mismos los que “disfrutan” del sacrificio de las víctimas, lo sabemos.
  • El ex ministro y hoy candidato minimizó el “Ni una menos” poniéndolo a la par con los abortos en una lectura lineal y binaria que no merece análisis y sí repudio.

Pero todo esto – y mucho más, que se ha visto y se verá si llegara a ser electo – es absolutamente coherente con su ideología religiosa. El ex ministro y ahora candidato pertenece a los “Legionarios de Cristo” (a los que irónicamente muchos llaman “los millonarios de Cristo”). Agrupación integrista fundada por Marcial Maciel, cura mexicano, condenado por el papa Benito XVI, sancionado y echado del estado eclesiástico por abusos sexuales, económicos y unas muchas “maravillas” más del estilo, entre ellas la pederastia. Sin duda mirar la ideología de los “Legionarios”, su “espiritualidad”, su relación con el dinero, su concepción del Dios que “premia y castiga”, su religiosidad individualista nos permitirá no sólo entender por qué dice y hace lo que dice y hace sino también saber lo que hemos de esperar en el futuro que diga y que haga.

Y – obviamente – lo mismo parece que ha de esperarse de María Eugenia Vidal, perteneciente al Opus Dei, y del presidente Mauricio Macri, budista zen.

No es un planteo “religioso” el que motiva estas líneas (ni la falta de referencia a otros personajes) sino un intento de pensar – suponiendo la mejor buena voluntad en los sujetos – lo que sin duda los moviliza, la idea que los nutre y – por lo tanto – lo que hemos de esperar.

Y nos tocará a los electores conocerlo y saber si es eso lo que queremos o no para nuestro país, para nuestros hermanos y hermanas de la Patria.


*Integrante del Grupo de Curas en Opción por los Pobres.

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