LAS FEMINISTAS NO NOS HACEMOS CARGO
30 de julio de 2018
Atribuladas reflexiones sobre las mujeres dirigentes del oficialismo, por Juliana Marino.
Por Juliana Marino*
De los "daños colaterales" producidos por los avances que hemos logrado en la ocupación de altas posiciones de poder: léase, no nos hacemos cargo de Gabriela Michetti, Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal, Laura Alonso, Lilita Carrió.
Durante muchos años, cuando las mujeres políticas de distintos partidos, debatíamos acerca de la igualdad, de la diferencia, de la equidad, del poder (¿bueno?, ¿malo?) y su naturaleza, discurríamos acerca de si las mujeres al llegar al poder lo proveeríamos de una ética mayor, de más moral y transparencia. Muchas sosteníamos que de ninguna manera podíamos adjudicarnos superioridad moral alguna. Nuestra lucha por la participación política era de estricta justicia en orden a los derechos y a remover los obstáculos visibles e invisibles que nos imponían un techo de cristal.
Las mujeres que he mencionado verifican certeramente que no es un tema de superioridad moral.
Comenzando por la Vicepresidenta, tantas veces le pedimos públicamente que antes de nombrar o manipular la categoría "género", estudie de qué se trata, pero insiste en no hacerlo. Una vez más ayer, en la Sociedad Rural, tuvimos que soportar su ignorancia profunda y algo peor, su arrogancia al respecto. Se jactó de ser la primera mujer en protagonizar la palabra oficial frente a la oligarquía argentina. Vaya orgullo vil y discurso mediocre y dependiente.
Omitió considerar que Cristina hubiera podido inaugurar ese ciclo, pero que eligió no hacerlo, por lo tanto el debut de género que la complace, solo forma parte del triste papel al que pemanentemente la confinan el Presidente Macri y el PRO, en este caso, para, muy oronda, asignarle y confirmarle a la clase agroexportadora el papel central en el desarrollo del país (sic).
Penosa imagen.
¿Tiene derecho a estar? Sí, claro, las cinco dirigentes mencionadas tienen derecho a estar, además se lo han ganado. Ya en otra infausta etapa de la vida nacional, lo decía impertérrita y punzante Adelida D. de Viola refiriéndose a la Ley de Cupos: "tantas mujeres mediocres, como hombres mediocres hay".
En cuanto a Patricia Bullrich, siempre propuso lo mismo: autoritarismo, subordinación, entrega. Siempre se jactó de sostener con firmeza y autoridad inapelable, las peores políticas "inexorables". En su caso nunca fue feminista, siempre adhirió fervorosamente al patriarcado y quiere aparecer tan irreductible, solvente y eficiente como los varones y lo logra sobreactuando esas condiciones. No nos hacemos cargo.
María Eugenia Vidal es una carta fuerte de la manipulación del género con que el poder macrista y Durán Barba en particular, intentan deslegitimar nuestra causa. Ella es "dulce","buena", una madre joven, podría ser una hermana, una hija, pero eso sí la exaltan, "sabe muy bien decir NO cuando hay que hacerlo", sobre todo en contra de docentes, trabajadores, planes sociales, "transparencia de los otros". Hoy parece incólume, imperturbable frente a las denuncias que le pican cerca. Se supone que su género la protege, pensará Durán Barba cómodamente. No nos hacemos cargo de este ejemplar.
Tampoco del modelo Laura Alonso, inmune a las críticas sobre el incumplimiento y la arbitrariedad de sus responsabilidades de Estado. Ella avanza con la docilidad ciega de las hijas del patriarcado a las instancias del poder.
Cómo abordar el modelo Elisa Carrió a la que las legisladoras en particular hemos venido padeciendo históricamente en el legislativo. Trabaja poco pero eso sí, prepara siempre minuciosamente la bomba que hará estallar a último momento en el recinto para trabar la votación de leyes valientes. Es un lamentable modelo de mujer política que tributa al estereotipo de que "somos destructivas, imprevisibles e irracionales". No nos hacemos cargo.
Todas ellas, sin excepción, mientras dicen "género", operan en contra de la ley de IVE, sostienen y legitiman con rostro de mujer el saqueo, la injusticia y la recolonización de nuestro país. No nos hacemos cargo.
Para el Movimiento de Mujeres, pero sobre todo, para el Feminismo como movimiento revolucionario, de conciencia e insubordinación, además de la igualdad, otro es el plus que pensábamos y pensamos aportar: menos anquilosamiento, necedad, ejercicio nefasto del poder, atraso y pobreza de ideas y valores. Por el contrario, nos ilusionamos con un destino más luminoso, de mayor grandeza, la idea de un mundo en evolución, en mejoramiento emocional e intelectual, de relaciones libres un mundo pleno de humanidad. Esperábamos y ansiamos aportar más intolerancia a la injusticia y a la crueldad dominantes. Otro tipo de lucidez, de valentía para transformar el sistema, la comprensión profunda de que la soberanía sobre nuestros cuerpos debe fundirse con la soberanía del pueblo y de la patria, que, además, entendemos latinoamericana.
Seguimos diciendo que la categoría género es una perspectiva transformadora, que Feminismo es revolución y que revolución es conciencia superior sobre una humanidad libre, justa, ética, solidaria, creadora, que no es cualquier sociedad.
*Juliana Marino, militante peronista, ex embajadora Argentina en Cuba.