LA INDUSTRIA FINANCIERA NO SE RINDE
27 de junio de 2019
Por Guido Forcieri *
Acabo de cruzarme con un artículo en Bloomberg (13 de Junio, por Ben Steverman) cuyo título en castellano se leería: “Personas en edad de retiro podrían quedarse sin dinero una década antes de su muerte”. La nota sostiene que, incluso en países donde los sistemas y las regulaciones divergen, como en Estados Unidos, Europa o Australia o Japón, las cuentas de capitalización individual no crecen lo suficiente como para cubrir las necesidades de una persona durante toda su etapa de retiro y dejan, en promedio, los últimos 10 años de su vida librados a la ayuda familiar, del estado o a su exclusivo ingenio de supervivencia. A su vez, como la expectativa de vida en las mujeres es mayor, el problema para ellas se agrava en dos o tres años.
Indiscutiblemente, pensé, los resultados muestran el fracaso global del sistema de capitalización individual, aquel del que Argentina decidió salirse en 2008 cuando terminó con las AFJP. No obstante, para mi sorpresa, ni el artículo ni su fuente documental apuntaban en esa dirección, sino todo lo contrario. El problema de Japón, dicen, donde una cuenta de capitalización abastece menos de 5 años en la vida de un hombre durante su etapa pasiva (¡y deja 20 sin cubrir!), es que los japoneses son financieramente muy conservadores. Es decir, dado el bajo riesgo que escogen para invertir sus ahorros, es el retorno que obtienen.
En otras palabras, el sistema sí funciona, pero factores culturales y escasa formación en finanzas no permiten aprovecharlo. En principio pareciera una concepción contradictoria: si la persona busca certezas en sus ingresos de mediano y largo plazo –¡pues de ello depende su vida cuando no pueda generarlos!- difícilmente apueste por inversiones de mayor riesgo y retorno; de otro modo podría ir a jugarse sus ingresos futuros al casino. Pero no lo es.
La concepción subyacente del diagnóstico no es contradictoria sino que, peor aún, es temeraria, pues asume la infalibilidad del sistema financiero. Con la adecuada (des)regulación, las administradoras de los fondos previsionales podrían tener la posibilidad de invertir en activos de mayor riesgo y a su vez, cubrirse de aquellos. Bastará que el inversor tenga la posibilidad de escoger correctamente en el mercado global la combinación óptima de instrumentos dentro del vasto menú de inversiones disponibles, cuestión que hoy se halla en mayor o menor grado restringida justamente para… proteger los ahorros de pensión de los riesgos del sistema financiero. Como si no hubieran habido pruebas de su falibilidad y su daño potencial, con el desastre global de 2009 aún bien visible, la propuesta implica una mayor expansión de la industria financiera dentro de los sistemas de pensión, integrándolos aún más a los mercados de capitales globales y a sus vaivenes.
Tal es la conclusión a la que arriba el reporte del World Economic Forum , aquel grupo que realiza sus reuniones anuales en la ciudad de Davos, Suiza, donde gusta tanto de mostrarse el presidente Macri y que cuenta entre los visibles miembros de sus órganos de gobierno a Mdm. Christine Lagarde, Directora Gerente del FMI y al Sr. Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE.
La lógica expuesta por Davos no puede partir, como pretenden, de un desafío natural como es el aumento en la expectativa de vida. Registrándose como hoy brechas de hasta 20 años sin cobertura, si la ciencia continúa evolucionando, la ceguera conceptual los llevará a plantear en el futuro al suicidio como una solución. Verdaderamente, su planteo responde a un intento por negar la verdadera razón detrás del fracaso del sistema de capitalización individual: la desigualdad, expresada como el proceso de acumulación en muy pocas manos del aumento en la productividad mundial y de la irremediable exclusión social que genera. Asimismo, intenta negar una posible solución a cargo de los estados, vía impuestos de fuerte perfil redistributivo.
Sin dudas, la de Davos (FMI, OCDE, sistema financiero) es la visión con la que el gobierno comulga y la que traerán a la Argentina de los próximos 4 años de imponerse en las urnas su proyecto de reelección. La de la destrucción de lo colectivo, solidario y transgeneracional para imponer la expansión de la industria financiera sobre la sacralización de lo individual.
La historia nos demuestra que la industria financiera no se rinde cuando se la expone frente a sus fracasos. De una y otra gran crisis gestadas en su seno y con efectos nefastos sobre el empleo, la producción y el consumo real, pareciera resurgir fortalecida para volver a presumir acerca de la infalibilidad del funcionamiento de su sistema. Como si la gran crisis global de 2007/8/9 no se hubiera gestado en su seno y amplificado por sus propios mecanismos hasta que los gobiernos (todos nosotros) lograron contenerla.
El mundo está lejos de haber adoptado un abordaje uniforme sobre los sistemas de pensiones, sobre todo porque las visiones difieren irremediablemente de acuerdo al prisma a través del cual se identifiquen los desafíos. También es ontológico del observador. Están quienes como nosotros ven un grave problema de desigualdad que el Estado debe resolver mediante políticas de redistribución con fundamento solidario y están aquellos que ven un problema de sustentabilidad de un sistema, es decir, un descalce entre ingresos y gastos. Quienes nos gobiernan están dejando clara su posición.
Ahora está en la ciudadanía elegir el camino.
* Abogado y economista, ex asesor de Amado Boudou.