De miserias y miserables
23 de septiembre de 2023
Empresarios de aquí, de allá y de todo el mundo exponen sus ideas con menos filtros que de costumbre. Han asumido un cambio de época en el que se acelera la gestión de una crisis que pretenden desemboque en mayor rentabilidad para una minoría parasitaria y un destino de miseria para las mayorías populares en todo el mundo.
Por Fernando Gómez*
Ningún botón, de ningún escritorio, de ninguna Pyongyang. Ningún fundamentalista islámico en ninguna cueva de Afganistan. Ningún régimen, de ningún Palacio Miraflores, de ninguna dictadura. Ningún persa, en ninguna central nuclear. Menos aún, ningún funcionario, en ningún café, negociando ninguna coima. Por macabra que parezca la novela, en ninguna de esas tramas, se está pensando de qué manera condenar a la mitad de la población mundial a la muerte.
Y aún así, eso está sucediendo, lejos de la dinámica conspiranoide que exhibe Hollywood, y bien cercano en lo cotidiano de los acontecimientos que exhiben un brutal y perverso cambio de época en la dinámica de producción, el trabajo, los ingresos y las estrategias de supervivencia social.
Hace muy poquitos días, un empresario australiano, se paró frente al sector inomobiliario al que pertenece en su país y expuso lo mas íntimo de sus convicciones: “Necesitamos que aumente el desempleo (…) Tiene que aumentar un 40-50% Necesitamos ver dolor en la economía. Necesitamos recordar a la gente que son ellos los que trabajan para el empresario y no al revés”.
El autor de la frase es el multimillonario del mercado inmobiliario australiano Tim Gurner, quien expresaba lo que considera los desafíos para éste tiempo en Australia. Analizó, además, que los salarios resultan muy elevados: “se les ha pagado mucho por hacer poco” sostuvo.
Lo dijo Tim Gurner, un Constantini australiano, pero lo podría haber dicho sin filtro alguno la versión local de cualquiera de los propietarios de los grupos económicos que sojuzgan la economía nacional para poner el sacrificio de los trabajadores a disposición de su rentabilidad y el destino del país, anclado a las necesidades de los Estados Unidos.
El pensamiento de Tim Gurner, además, expresa sin eufemismos el debate que atraviesa los afiebrados intercambios que se materializan en el Foro de Davos, allí donde dirigentes políticos argentinos y empresarios, suelen jactarse de las invitaciones que se les cursan.
Hay un debate global por maximizar ganancias a expensas del trabajo humano, hay debate en el sector empresario sobre la sustitución de la humanidad en la producción de rentabilidad, hay debate sobre salarios y condiciones de empleo que atraviesan las crisis económicas expuestas en todo el mundo en el tiempo reciente.
Ayer nomás, en Grecia, se aprobó una reforma laboral bajo la excusa de "estimular el empleo" y "aumentar el número de puestos viables y correctamente pagados".
En efecto, el parlamento griego aprobó la reforma laboral del gobierno de Kyriakos Mitsotakis que "permite a los trabajadores tener un segundo empleo, de un máximo de cinco horas diarias, junto a su actividad principal de ocho horas al día. Es decir, se prevé la posibilidad de una doble jornada de 13 horas, si se tiene dos empleadores" según afirman las agencias internacionales.
La normativa, además, establece la posibilidad de un sexto día laboral, ya sea los sábados o domingos. Por esta nueva jornada se deberá pagar un 40% de adicional sobre el salario diario. Así habrán 78 horas de trabajo por semana. "Deja la puerta abierta para trabajar hasta 13 horas al día y hasta que tengamos 74 años”, remarcó Lambrini Christoyanni, presidente del sindicato de los trabajadores del ministerio de Agricultura.
Los empleadores podrán además cambiar los horarios de trabajo con 24 horas de antelación si "las necesidades de producción lo requieren". Y dar puestos a "trabajadores de guardia" sin horarios fijos. La reforma también castiga con seis meses de prisión y multas de cinco mil euros, a quienes bloquean la entrada y salida de los lugares de trabajo. Esto es una clara medida para afectar el derecho a huelga de los griegos. La nueva legislación también permite que los trabajadores, en su primer año de contrato, sean despedidos sin inmediación ni previo aviso. "Nos convertimos en esclavos modernos”, decían las pancartas de quienes protestaron en Atenas contra la reforma.
La reforma ginariega no dista mucho de las pretensiones expuestas tanto en filas de Juntos por el Cambio o de las fuerzas liberales bajo la figura de Javier Milei, o bien, con la situación fáctica impuesta en una Argentina en la que los salarios no alcanzan para nada y se promueve una flexbilización de hecho de las condiciones de trabajo de la enorme mayoría de los argentinos, al amparo de la impunidad frente a la inacción del Estado.
No se trata, en efecto, de exhabruptos distantes de la realidad nacional. Son la expresión cruda de una dinámica que está exhibiendo un cambio de época complejo, peligroso y amenazante para el destino de las mayorías populares.
Sin ir mas lejos, Eduardo Constantini, relajado frente al eventual triunfo de Milei, señaló en una entrevista reciente que “Los milagros no existen, la Argentina no puede dar soluciones inmediatamente, necesitamos años, casi décadas para resolver los problemas estructurales que tenemos” y se explayó sostieniendo: “cuando la inflación es alta hay que bajar el gasto; hay que debilitar el mercado laboral para que los aumentos de sueldo no sean tan altos para que no presionen los precios. Así funciona la economía. Ojalá no fuera así el trade-off. Hoy el desequilibrio es gigante y no hay otra solución que disciplinarnos y hacer sacrificios para un día estar mejor”.
Además, en torno a la necesidad de liberar las pretensiones empresarias de las regulaciones públicas, aseguró: “Lamentablemente, como la economía está tan regulada se produce una relación que no es buena entre las empresas y el gobierno. Ese exceso de autoridad, de regulaciones, se usa para el enriquecimiento del político y eso contamina a todo el sistema. Es una crisis de valores”.
Escuchar al sector empresario, en Argentina o en cualquier rincón del mundo, hace pensar que no han sido parte de las definiciones en la planificación económica de la dependencia nacional durante los últimos 40 años de manera hegemónica.
En ese sentido, el Consejo Agroindistrial Argentino, hegemonizado por los intereses yanquis y chinos en la actualidad, quienes buscan potenciar el destino de exportación de materias primas de la Argentina, a bajo costo y con altísimos niveles de contrabando e informalidad, han presentado un informe de 160 páginas en el que pretenden “ser escuchados” como si no fueran parte de la planificación económica del comercio exterior desde la dictadura a nuestros días, y demandan una fuerte “desregulación” del sector.
Promueve la eliminación de “tasas”, reclaman inversiones del sector público al mismo tiempo que piden eliminar impuesto, y asumen la necesidad de anclar a los intereses privados diseñen el futuro de las vías navegables. Todo sin poner un mango y como si no lo hicieran hasta el presente en forma continuada desde hace décadas.
Otro cotejo de la pulsión global que se reproduce en nuestra tierra, guarda relación con la brutal transferencia de recursos desde los Estados al sector financiero global a través de las tasas de interés, maximizado tras el abordaje de la pandemia en clave económica y la gestión actual de la crisis.
“El semanario The Economics calculó en un informe publicado el pasado mes de febrero que las empresas, hogares y gobiernos de 58 países que en conjunto representan el 90% del PIB mundial pagaron en 2022 un total de 13 billones de dólares en intereses a las entidades financieras, 2,6 billones más que en 2021. Casi lo mismo que el dinero destinado a salud y educación en todo el mundo” señala el economista español Juan Torres López.
En nuestro país, por día, los bancos embolsan 62.000 millones de pesos de intereses de Leliq, aquella estafa que el actual gobierno llegó a desmantelar hace cuatro años y hoy goza de intacta y fortalecida salud. Para peor, Javier Milei propone terminar con las Leliq, otorgando bonos de deuda en dólares a los bancos para saldar la cuenta. Una bomba de tiempo para la economía nacional.
En la editorial de esta semana, Rodolfo Treber nos interpela con la necesaria agenda patriótica que tiene que recorrer el futuro inmediato de nuestra dinámica política. Es indispensable frente al cambio de época que están por imponer los miserables de siempre, los responsables de tanta miseria.
Fernando Gómez es director de Oveja Negra. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.