Las fuerzas conservadoras y neoliberales acaban de ganar otra batalle en la región. Una muy importante. Una que duele. Una que sin lugar a dudas va a incidir en los escenarios electorales futuros de nuestro continente. Un sinnúmero de interrogantes se abren sobre los orígenes de la derrota electoral. La derrota política. La derrota cultural. Desorientados y prematuros balances de un fenómeno con aspectos novedosos, el de Bolsonaro, tratan de impactar sobre algo que se esfuma. Lo determinante de caracterizar acabadamente a nuestro enemigo, es que nos permite ser más efectivo a la hora de enfrentarlo.

Por esos caminos de la historia anduvimos, andamos y andaremos. Con la certeza que los poderes reales, los grupos económicos, el aparato mediático, judicial, han confluido en los últimos años de una forma sin precedentes. Han construido estrategias nuevas para el ejercicio del poder político, la conducción del Estado y la legitimidad para ser gobierno. En esto va la importancia de ser precisos a la hora de definirlos. ¿Quiénes son los que detentan el poder real? ¿Cómo construyen legitimidad, sentido, acompañamiento? ¿Cómo debemos enfrentarlos? Los desafíos de esta etapa, a nuestro entender, tienen que ver con estas preguntas.

Lo que sucedió en Brasil es una demostración más del poder que tienen los sectores dominantes. Es una demostración más que toda victoria es relativa y toda derrota es transitoria. Es hora de frenar la pelota, levantar la cabeza y pensar cómo seguimos dando las batallas necesarias para formular una propuesta nueva, que contenga los sueños, esperanzas y anhelos de todos y todas.   

El tratamiento del proyecto de presupuesto, nos volvió a encontrar en la calle para exigir al congreso que no aprobara la planificación de la miseria y el saqueo. El montaje anticipado de las fuerzas de seguridad, dejando en la zona todo tipo de elementos para generar disturbios, mostraba la estrategia del gobierno para frenar la movilización popular. La media sanción nos exige redefiniciones sobre los planos de acción. Los diputados y las diputadas que votaron a favor demostraron,  una vez más, no estar a la altura de lo que demanda la historia para defender los intereses de nuestro pueblo.

El peronismo tiene el desafío, la responsabilidad y la oportunidad histórica, de ser la columna vertebral del gran frente patriótico que ponga freno a la pesadilla neoliberal del gobierno de Macri. Hay posiciones que van limando las asperezas. Debemos ser lo suficientemente inteligentes y aportar a la construcción de un programa que confronte fuertemente con este modelo de miseria, hambre, pobreza y desocupación. Debemos aportar a construir la sinergia y la organización que nos permita parir una nueva mayoría. Un nuevo proyecto popular.