Oveja Negra

9 DE JULIO. UNA TAREA


09 de julio de 2017

Oveja Negra

En las siguientes líneas se pone en común alguna de las tantas aristas que hay para entrarle de lleno a la medula de la patria, su identidad soberana. Así como también algunos elementos del diafragma de su historia y su futuro, la respiración de su pueblo en lucha.


Por Julián Froidevaux

El 9 de julio es una fecha muy cara al sentimiento nacional ¿Qué significa esta fecha para los argentinos? ¿Significa lo mismo para todos y todas? ¿De qué dependen sus significados? Hace unos meses atrás se publicaron unas líneas acerca de la disputa de sentido en torno a San Martín y la Patria (1). Vale la pena repasarlas mientras el presidente de la república representa al país (sic) en la reunión del G-20 en Hamburgo.

Si el presente es de lucha el futuro será nuestro… y el pasado también.

Vale, para arrancar, la aclaración acerca de que el pasado y el futuro son materia de disputa entre las clases dominantes y las mayorías populares. Y el tiempo de esa disputa es el presente, no otro. En 1948 Carlos Astrada publicó “El mito gaucho. Martín Fierro y el hombre argentino” (2). Un excepcional ensayo en el cual el filósofo plantea que el hombre argentino y el ser nacional es, ante todo, una tarea. Escribe “Para un pueblo, toda posibilidad de grandeza surge de un gran comienzo, de un impulso inicial, de la tensión de un esfuerzo heroico como punto de arranque de la parábola de un destino (…) Este comienzo histórico no puede ser abolido ni superado por lo que viene después; es un comienzo que seguirá operante (…) y que puede, sin embargo, ser desvirtuado, falseado, traicionado. Es necesario entonces y se justifica el esfuerzo por retomar contacto con ese pasado, que es una esencia constante, que es germen viviente y vivificador.”

Desde ese punto de vista una de nuestras tareas es la de ensanchar el horizonte político de nuestro pueblo y sus organizaciones. Una de las claves para poder hacerlo radica en la capacidad de explicitar una concepción del mundo que considere que los pueblos en su devenir no alcanzan formas sociales más justas, ni por descubrimiento ni por instinto, sino mediante un trabajo creador sobre sí mismos. Otra de las claves es poder concebir ese trabajo creador en procesos largos. Obviamente sin desconocer la inmediatez de los medios por los cuales se ejerce el poder opresor de las clases dominantes en la actualidad.

En función de ese planteo y para tratar de pensar las relaciones de fuerza en el marco de la presente coyuntura nacional y regional es que vamos a poner el 9 de julio en el marco de un gran comienzo que excede una fecha, algunas cuantas batallas y a patriotas encumbrados en el sacrificio. 

El armazón colonial comienza a crujir.

Técnicamente es imposible adentrarnos en estas líneas en las innumerables y permanentes reyertas que sacudían el pretendido orden instaurado por los conquistadores en estas tierras. Además sería un error atribuir a cada motín ideas de independencia política. Lo cierto es que subyacían en ellas alguna idea de “justicia/injusticia” en la distribución de la riqueza. Tampoco podremos detenernos en la cantidad de antecedentes que durante el siglo XVIII  llevaron a los rebeldes del continente a buscar auxilio militar en Inglaterra a cambio del monopolio comercial para la potencia. 

A modo ilustrativo se sugiere la lectura del “Manifiesto de agravios” (3) que Juan Vélez de Córdova redactó para el estallido revolucionario que tenía su fecha fijada para el 8 de julio de 1739 y que se frustró al ser traicionada por alguno de sus participantes. Aquella rebelión tuvo a la localidad de Oruro como base central y 40 años después sus habitantes jugaron un rol central en la rebelión de Túpac Amaru (4).

La rebelión del Inca fue tan significativa como su castigo. Y su ejemplo regó estas tierras de un pulso rebelde e infundió un ánimo salvaje a los conquistadores. Dos ejemplos sencillos que marcan la profundidad con la que Túpac Amaru marcó a fuego el Río de la Plata achicando las distancias que lo alejaban de Cusco. El primero es el apodo despectivo con el que las autoridades y la seguridad llamaba a cualquier revoltoso o incluso a quienes hacían un planteo patriota: “tupamaros”. El otro ejemplo es la idea de la forma de gobierno de un régimen monárquico constitucional con un Inca a la cabeza que suscribía Belgrano, San Martín y Güemes.  

En el territorio del Río de la Plata hubo un tiempo de revueltas que va de 1806 hasta 1816. Y que esa primera fecha de la resistencia patriótica a las invasiones inglesas está separada por apenas 26 años de la rebelión de Túpac Amaru. Y que el 9 de julio de 1816 está distanciado sólo por 20 años del momento final en el que las Cortes españolas renunciaron a sus posesiones en América en 1836 y autorizaron al gobierno para realizar tratados de paz y reconocimiento con todos los nuevos estados surgidos en el continente. Y ya para 1836 se habían conformado en una primera instancia y con cierta contundencia los diferentes Estados-Nación que integran la ya balcanizada América del Sur.

Es necesario que nuestro análisis rompa los límites impuestos por la balcanización sufrida en nuestra América y que como tarea nos adentremos a pensar el 9 de julio en el marco del ciclo histórico que va desde 1780 a 1833. Así como también es necesario que analicemos exhaustivamente la etapa que va desde 1806 al 23 de febrero de 1820 cuando se firma el tratado del pilar.

Si tomamos en nuestras manos el pasado despojados de purismos seguramente podremos ver que está plagado de luchas, negociaciones, repliegues, victorias, traiciones y sangre. Plagado de historia, de política, de pueblo y liderazgos. Muchos grises y a veces blanco y negro. La profundidad que logremos al hurgar en nuestro pasado desde esta perspectiva será un posible indicador del ancho del horizonte que construyamos.

El 9 de julio es una tarea. Un quehacer político que toma lo inconcluso del pasado para procesarlo de manera colectiva y darle la forma de propuesta, el contenido de los objetivos, para transformarla en expectativa, en esperanza. Darle forma y contenido a la patria que soñamos.


Notas:

(1) Froidevaux, Julián. (17/08/2016). San Martín, ideología y conciencia en: Oveja Negra Medios. http://ovejanegramedios.com.ar/san-martin-ideologia-y-conciencia-.html     

(2) Astrada Carlos, El mito gaucho. Martin Fierro y el hombre argentino, Ediciones Cruz del Sur, Buenos Aires, 1948.

(3)  Lic. Matos Jiménez, Humberto. 8 de julio de 1737, Manifiesto de agravios de Juan Vélez de Córdova. http://www.peruan-ita.org/personaggi/moquegua/1737.htm

(4) Boleslao Lewin, La rebelión de Túpac Amaru y los orígenes de la Independencia Hispanoamericana, SELA, Buenos Aires, 2004, 4° edición.

Compartir esta nota en