SE ACABÓ EL GRADUALISMO, SE VINO EL AJUSTE CONTRA LA PRODUCCIÓN Y EL TRABAJO EN FORMATO SHOCK
14 de mayo de 2018
Hay demasiadas discusiones para cambiar el eje de lo que está sucediendo: no se trata de un problema de coordinación, de "errores" del equipo económico y esas cuestiones. Aunque existan, son secundarias.
Por Gabriel Merino*
Hay demasiadas discusiones para cambiar el eje de lo que está sucediendo: no se trata de un problema de coordinación, de "errores" del equipo económico y esas cuestiones. Aunque existan, son secundarias.
Lo central es que está aplicando la política de shock. La política de acumulación por desposesión contra las grandes mayorías de la Argentina, contra la producción y el trabajo.
Como el pueblo se resiste al ajuste (que desde el punto de vista del gran capital concentrado y financiero en realidad es "la fiesta" o "su fiesta"), como los trabajadores se resisten a bajar dramáticamente los salarios en dólares (más de la mitad), las pymes se resisten a desaparecer, como los laburantes de la economía popular y los desocupados se resisten a la exclusión extrema, como los docentes no aceptan disminuir sus devaluados salarios, etc., están aplicando la política de shock.
Y viene resultando bastante bien porque las mayorías quedaron paralizadas y corriendo atrás del dólar (los que pueden) o simplemente desconcertados y temiendo la catástrofe de 2001.
La extraña devaluación "descontrolada" luego de que el capital concentrado se lleve los miles de millones de dólares suficientes a bajo precio rematando reservas. La extrañísima y ridícula aparición de Cavallo (la imagen de la crisis de 2001), apareciendo no sólo mediáticamente sino yendo al ¡Banco Central! (para un gobierno obsesivo de la imagen y el manejo del marketing político es por lo menos raro). El anuncio del No-acuerdo con el FMI. El propio JP Morgan fugando y operando en la crisis siendo el propio ministro de finanzas un hombre de sus filas... Así podemos seguir nombrando casualidades... Pero mientras las nombramos, segundo a segundo la producción y el trabajo pierden ingresos que 50 grupos económicos se apropian.
Perry Anderson cuenta que, siendo parte del equipo del Banco Mundial durante la crisis de Brasil de fines de los 80', el economista del Banco comentó en una de las reuniones de trabajo la necesidad de una hiperinflación, única manera de imponer el programa de reformas neoliberales. Y no hay necesidad de mucha conspiración, no se trata de jugadores de póquer que cual titiriteros mueven los escenarios. Se trata de fuerzas sociales en pugna y las tendencias y programas de esas fuerzas que producen ciertos resultados, que simplemente en la búsqueda de ganancias espectaculares y/o imposición de programas sueltan la mano en el momento justo, para luego agarrarte de donde más duele según el género.
Por supuesto que están las "inconsistencias" del modelo y sus problemas estructurales: déficit comercial, déficit fiscal, híper-endeudamiento externo, que se combina con la suba de la tasa de interés de los Estados Unidos y el fin de la hiperliquidez global (como al inicio de los años 80'). El cambio del gobierno de los Estados Unidos y de la Reserva Federal en detrimento de las fuerzas globalistas tiene semejanza al cambio de Stanley Fischer por Anne krueger en 2001: ajuste línea dura, palo sin zanahoria. Todo eso combinado en algún momento eso explota.
A eso se le suma la lucha interna de gobierno entre fracciones de poder y de capital (por ejemplo la lucha entre capital financiero transnacional y los grupos económicos locales por la tasa de interés o por la obra pública). También está claro que ahora se impuso la fracción financiera transnacional con conducción americana: el JP Morgan y sus amigos.
También es cierto que el gobierno no hizo más que agudizar dichas inconsistencias: al déficit comercial lo agravó con la apertura comercial y al déficit fiscal lo agravó sacando impuestos a los que más tienen (y que tienden a fugarla) y cobrando más a los que menos tienen (y que dinamizan el mercado interno). También profundizó inconsistencias en la insólita decisión de dar ¡10 años¡ para la liquidación de los dólares del comercio exterior en un país híper-dependiente del billete verde. Todo esto se sabía, lo sabe cualquiera, pero también se sabe la enorme transferencia de ingresos que esto significa para el capital concentrado, para la fuga, para el negocio de unos pocos que son, justamente, los que tienen el poder político.
Las "insólitas" decisiones del viernes y de hoy siguen en ese camino. Las editoriales de bancos extranjeros también. Hay que disciplinar al pueblo argentino. Lo que no fue posible en 2001. También es cierto que las variables se descontrolan y que nada está atado, al contrario. Todo puede salir al revés o de la forma menos pensada a la intención inicial.
Lo cierto es que por el momento nos saquearon de lo lindo y algunos siguen diciendo que hay un problema de coordinación, que falta un ministro de economía o que Durán Barba esta vez no comunicó muy bien.
*Docente e investigador UNLP-CONICET. Centro de Estudios Formación e Investigación en Política Economía y Sociedad (CEFIPES).