¿Qué onda con los candidatos?
11 de junio de 2023
La película de las candidaturas se finge interesente. El prospecto dice que hay que andar ligero de ideología para poder verla sin consecuencias. Algún desprevenido se preguntará quién cuerno es el Sr. Consenso, mientras en Cambiemos hacen competencia de gorilismo. De política poco. De ideas claras para nuestra gente, nada. De proyecto de país, depende de cuál.
“Lo que se necesita ahora es correr con todas las fuerzas para mantenernos en el mismo lugar” sostuvo en algún pasaje de su extensa obra el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, quien utilizó el concepto de “modernidad líquida” para describir este tiempo en el que cualquier posmodernidad distópica escrita a finales del siglo pasado, queda solemne al cotejarla con la dinámica extravagante que adquiere la cotidiana existencia.
La clase política imagina estar viviendo días frenéticos. Pretenden ser protagonistas en la trama de una película que, imaginan, mantiene cautiva la atención de todo un pueblo. Edifican silencios, construyen suspenso, amenazan, dicen y se contradicen. Se mueven sin moverse, hacen como que hacen y dicen poco para no cagarla. Posan sonrientes para un afiche y fingen preocupación frente a la realidad, cuando la imagen tiene movimiento.
Para quienes asumimos como convicción que la única herramienta para transformar la realidad es la política, nos vemos obligados a ser incómodos espectadores de una película de terror. Pero alejarse dos minutos del espectáculo, permite dimensionar el grado de ajenidad con el que la enorme mayoría de los que pisan este suelo observa el asunto.
En las próximas dos semanas la clase política habrá de decidir los nombres de los candidatos y las candidatas que representarán a las fuerzas electorales que se presenten a las urnas.
Las tensiones en las filas opositoras de Juntos por el Cambio, y las amenazas de ruptura en el seno de la alianza que mantienen Sergio Massa y el kirchnerismo ante la insistencia de un debilitado Alberto Fernández de mantener a Daniel Scioli como candidato, se materializan en estridencias que hacen pensar que el comportamiento de algunos dirigentes, o la elección de determinados nombres, podrían tener algún tipo de reflejo en el horizonte estratégico para el país.
Pero no. Las decisiones que afectan la vida cotidiana de las grandes mayorías, no van a depender de la elección de ningún candidato. Los días frenéticos de la clase política no son tales, son apenas la estridencia con la que simulan importancia. La política no es tan líquida como pretenden hacernos creer, ni todo es producto de una picardía contradictoria del pasado.
Mirar por el espejo retrovisor un instante, nos va a permitir dimensionar de lo que hablamos.
“No pasa nada...”
Hace siete años y medio atrás, muy lejos de estos tiempos de definiciones, gobernaba este país Mauricio Macri. Finalizaba el mes de enero del año 2016 y emprendía viaje con destino al Foro Internacional de Davos, allí donde se cocina la hegemonía de Estados Unidos y se materializa el despliegue de intereses de los principales grupos económicos que sojuzgan la economía globalizada de occidente.
“Acá me acompaña uno de los líderes más importantes de la oposición argentina, Sergio Massa, del partido peronista, con serias posibilidades de terminar siendo quien conduzca el partido peronista en los próximos meses” les dijo Macri a la prensa internacional reunida en Davos.
"El nuevo presidente trajo a un miembro de la oposición con él” destacó por aquel entonces Joe Biden, quien transitaba su último año como vicepresidente de Barack Obama, y empezaba a sospechar que Donald Trump se alzaría con la presidencia.
“La idea de presentar públicamente a Massa como el futuro líder del PJ tuvo un objetivo internacional” narraba el por entonces entusiasta escriba de Infobae, Fabián Doman, mucho antes de ser vocero de José Luis Manzano y fracasado presidente de Independiente. “Por eso Macri con Massa. Y por eso Massa será el titular de la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados. Nada librado al azar” destacaba en una nota que desnudaba el agrado de Estados Unidos con la posiblidad de encontrar en el gobierno que arrancaba Macri, el germen de una alternancia que trabajara alineado a sus intereses geopolíticos.
Así lo entendió Massa, quien no demoró en señalar ante la prensa internacional: “Fui presentado como un líder de la oposición que participaba para garantizar que la Argentina empieza a recorrer una nueva senda en la que si hay alternancia en el gobierno tendremos continuidad de las políticas publicas".
En aquel viaje a Davos, Macri y Massa mantuvieron reuniones con Joe Biden, el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu y el entonces primer ministro británico Camerón.
"Dígame, ¿el peronismo va a evolucionar o seguirá involucionando?", le preguntó Cameron a Massa. No consta en la crónica de Doman la respuesta del hoy Ministro de Economía. Biden se mostró con más confianza con Massa que con Macri, relataba otro cronista del viaje. Infobae, por su parte, contaba la infidencia que “durante más de media hora Biden y Massa se quedaron conversando a solas. Ya se conocían: en 2014 habían cenado juntos en la casa de un amigo común”.
Pero más allá de lo protocolar, el viaje tenía un objetivo específico: “Voy a acompañar al Presidente para traer inversiones” relataba Massa, quien tenía el objetivo de la extranjerización de nuestra economía como meta clara en su horizonte estratégico.
Por aquellos años, el gobierno de Macri esperaba construir los gestos y decisiones que permitieran volver al ciclo de endeudamiento externo que caracterizó a su gobierno. Massa auxilió en el Congreso para eliminar las leyes de pago soberano. Y colaboró en cada una de las negocaciones a su alcance, para que el país retorne al FMI, asumiendo una condena sobre su economía.
“Si somos socios del FMI tenemos que cumplir con los requisitos; es como si sos socio de un club, tenés que pagar la cuota" le había dicho Massa a la agencia pública de noticias Télam tras su viaje a Davos, donde se anunció que el país regresaría a cumplir con las auditorías del artículo 4to del FMI, preludio del posterior escandaloso crédito y garantía de la dependencia económica de nuestro país.
La oligarquía argentina, el poder económico extranjero y las potencias occidentales, han tenido en nuestro país representantes políticos a la altura política del daño que ocasionaban. Claramente no es el caso de Mauricio Macri, quien no se caracteriza por ser una luminaria, aunque con su precaria idiotez se las arregló para causar un daño terrible a nuestra Patria y al destino material de nuestro pueblo.
Y aún así, hace siete años y medio atrás, ya había comenzado a ejecutar una estrategia para condicionar los destinos de este país.
Lejos de la estridencia que hoy caracteriza el cierre de listas, Macri había presentado un destino de alternancia entre la fuerza política que fundara y un peronismo que pudiera ser hegemonizado por un personaje como Sergio Massa.
Siete años y medio después, Cambiemos sigue siendo un instrumento opositor al servicio del poder económico y el extranjero. Y Massa no es el jefe del Partido Justicialista, pero es quien conduce los destinos de una alianza que comparte con el kirchnerismo y el conjunto del PJ.
Entre un peronismo obediente con los intereses norteamericanos, como alguna vez expresó Menem y hoy caracteriza la acción política de Massa, y la continuidad de una alianza opositora en la persona de Larreta o Bullrich, transita la parte principal de las expectativas de un próximo gobierno.
“Alternancia” decía Macri. “Alternancia” celebraba Massa. Y el FMI como gendarme para tutelar las decisiones económicas que comprometan el destino de nuestro país. Nada de eso se va a decidir en los próximos días, es apenas lo que decidió el poder económico hace un largo tiempo, y las fuerzas populares no pudimos, no supimos o hay quien tampoco quiso, lograr detener.
“Massa es el candidato de Davos”, sostuvo un 24 de enero de 2016 el Diputado Nacional, Máximo Kirchner. En diálogo con Página 12 dijo que la proclamación que había hecho Macri de Massa refleja “una expresión de deseo” por parte del entonces Presidente y “la necesidad urgente de contar con cómplices para aplicar el plan económico que se está aplicando”.
“Massa ya tiene quien lo promueva” se titulaba la nota. Hace siete años y medio atrás, en Página 12.
Vengo a proponerles un dueño
El 24 de junio se van a conoceran los nombres de los candidatos de las fuerzas electorales que compitan en las urnas. Algunos aspiran a la presidencia, otros a rivalizar y acumular referencia; y otros a transformarse en los líderes de la oposición, que garanticen la próxima gobernabilidad.
La oposición sueña con asumir después de una megadevaluación de la moneda, con el único objetivo de asegurse que el ajuste lo haya hecho la crisis que eso desate y la gestión de la crisis, le permita garantizar supervivencia política.
En el Frente de Todos algunos viven como marmotas pensando que el FMI va a mandar dólares para construir un blindaje financiero y eso va a permitir darle dólares a los grupos económicos que materailicen la próxima corrida cambiaria. Lo dicen, lo escriben y lo ejecutan como si realmiente pudiera ser ubicado al interior de las fronteras ideológicas del peronismo semejante barbaridad.
Massa, con más aplomo, espera poder saltar del barco a tiempo para evitar pagar con su nombre la responsabilidad frente a la crisis, especulando con que la modernidad líquida se trague su propia historia y que la magnitud del repudio social no de vuelta definitivamente la taba.
En una economía dependiente, con la clase política deforestada ideológicamente y subordinada al vaivén de una política que siempre abre la puerta para el mismo lado, nada indica que las candidaturas puedan expresar algo más que palabras.
Este año se cumplen 40 años de haberse recuperado el sufragio. Y eso es lo que va a celebrarse en agosto y octubre, apenas un sufragio.
La pretensión de estar celebrando la democracia es, cuanto menos, jactancioso.
En éstos tiempos difíciles para la existencia real y material de la enorme mayoría, la democracia se celebra en cada experiencia colectiva que logra reparar el dolor social de sus compañeros, la democracia se reivindica en la organización popular capaz de dinamizar políticamente la frustración social de los humildes invisibles de nuestra historia.
La democracia, en este futuro crítico inminente, se reivindica en la calle. Ahí donde el pueblo forja su propio destino, ahí donde se puede patear el tablero y dar vuelta la historia.
En junio nos bombardearon en la Plaza. Junio fue el mes de los fusilamientos. Pero también, junio, es mes de resistencia. La de nuestros combatientes en Malvinas y la de la militancia peronista.
Para aquellos que seguimos viviendo a flor de piel la revolución inconclusa que significa el peronismo, Junio no es el mes en que esperamos los candidatos. Junio es un tiempo de planificar la pelea, hasta que todo sea como lo soñamos.