NOS SIGUEN PEGANDO ABAJO
11 de septiembre de 2017
41 días sin Santiago Maldonado. Las respuestas del gobierno nacional siguen siendo las mismas. Aunque cambien algunas formas de comunicar, aunque quieran generar distracción exponiendo las internas entre Bullrich y Garavano, aunque les lleguen encuestas y los focus groups adviertan sobre la preocupación que el hecho genera en la sociedad; aunque algunos funcionarios manifiesten cierta preocupación, la respuesta del Estado nacional es una faceta más de su composición conservadora, elitista, neoliberal.
El macrismo se jacto durante toda la campaña, de ser la propuesta política que venía a barrer con las viejas prácticas. Sus voceros, religiosos de la transparencia, la división de poderes y el cuidado de las instituciones, solo han demostrado la obsecuencia con las corporaciones económicas de las cuales proviene, y han garantizado que los negocios se concreten rápidamente. La bandera del republicanismo, se circunscribe a la nueva comunidad de negocios. No por casualidad construyeron los diques de contención con las candidaturas de Carrió, Ocaña y los demás paladines de moralidad pública.
Ejercen una violencia cada vez más profunda sobre las instituciones de la democracia y no les va a alcanzar con la gendarmería mediática para amortiguar sus consecuencias.
El gobierno nacional, hace pocos días dio una directiva secreta a las fuerzas de seguridad para que investigaran a organizaciones violentas. Así lo informó, entre otros, el oligopolio La Nación. Tan reservada no fue. La violencia contra el sentido común es tan explícita, como las payasescas y burdas operaciones de las últimas semanas, donde coches se incendian en la puerta del ministerio de seguridad, amenazan al presidente y su familia de muerte o aparecen balas como mensajes. Las infiltraciones a la movilización que exigió la aparición de Santiago, es una muestra más de como construyen las tapas de los diarios más importantes del país. Ejercen una violencia cada vez más profunda sobre las instituciones de la democracia y no les va a alcanzar con la gendarmería mediática para amortiguar sus consecuencias. Acá radica uno de nuestro desafío, quizás, el más importante para este tiempo. No solamente debemos ser capaces de construir una fuerza popular que les ponga freno, sino que sepa neutralizar las pretensiones de formatear la argentina y nos retrotraigan a condiciones sociales de hace 20 años. Con un agravante: tienen condiciones para transformar el sistema de representación y meternos jugadores en toda la cancha.
Y mientras seguimos reclamando por el hecho insoslayable de que en democracia tengamos a un joven desaparecido, por ya más de un mes, cuya ausencia intentan tapar las pistas falsas del amarillismo mediático y las declaraciones absurdas de los funcionarios que mandan a sus asesores a elucubrar excusas, cuando deberían estar redactando su carta de renuncia al cargo que les confió la democracia, hay otros sectores a los que el neoliberalismo nos va borrando de a poco.
Porque ni las que esquivamos las balas de gomas de las fuerzas de seguridad, ni las que ni siquiera estuvieron expuestas al accionar violento de la gendarmería reprimiendo una protesta social, podemos escapar fácilmente a los coletazos del ajuste presupuestario que se lleva adelante.
El pasado 6 de septiembre (...) el gobierno se deshizo por decreto del Consejo Nacional de las Mujeres.
El pasado 6 de septiembre, y para no perder la costumbre de hacer oídos sordos a las sugerencias de los organismos internacionales, encargados de velar por el cumplimiento pleno y efectivo de los derechos humanos en el territorio de los estados que son parte, el gobierno se deshizo por decreto del Consejo Nacional de las Mujeres. Contra toda recomendación de la ONU de otorgarle rango ministerial, para crear con jerarquía de secretaría, el Instituto Nacional de las Mujeres, que dependerá ahora del Ministerio de Desarrollo Social.
A pesar de que existe un grado de previsibilidad en su obsecuencia con la alianza gobernante, no deja de sorprender que Fabiana Tuñez, considere “un cambio histórico que refleja un avance importantísimo”, al hecho de que le hayan bajado el rango al propio organismo del que continúa siendo la cara visible.
Enarbolando argumentos de autarquía y descentralización estatal, sus optimistas declaraciones solo nos pueden proveer de dos certezas: lejos estamos de la elevación del organismo a rango ministerial, como era pretendido dentro y fuera de las fronteras de la Argentina, y la única independencia que esta reforma no garantiza, es la independencia de un programa político que expulsa cada vez a más personas afuera del mapa de la inclusión que el Estado supo ampliar en años no tan lejanos. Como siempre, las y los primeros en caer tras los límites de la exclusión, son quienes ya se encuentran de facto en una situación de vulnerabilidad que las políticas públicas deberían avocarse a revertir.
Entendiendo así que el manejo de un presupuesto propio, lejos está de garantizar el cumplimiento de los derechos por los que reclama el movimiento de mujeres y trans argentinas, sino que más bien está destinado a convertirse en un engranaje más del modelo de ajuste que lleva adelante el gobierno. Parece menos sorprendente el silencio de las voces oficiales de este feminismo dócil que tiene lugar en el macrismo, ante una tasa de desocupación que mantiene por encima a las mujeres en relación a los hombres, con variaciones de minúsculos decimales en relación a los números de hace exactamente un año.
En última instancia, o en primera, el rango institucional que decida otorgarle el gobierno termina siendo una estrategia de distribución de subsidios a ongs que tercerizan las tareas que le corresponden a la gestión estatal. Pero que se encuentra lejos de poder ofrecer soluciones reales a las problemáticas emergentes de los dogmas patriarcales con los que acostumbra manejarse el propio gobierno.
Para la corporación mediática en plena campaña electoral, la creación de este Instituto será un nuevo zócalo que intente eclipsar la pobreza que crece a un ritmo galopante, la exclusión que se intensifica y que golpea de lleno a los sectores que el gobierno dice proteger, y la emergencia de una democracia en la que una mujer muere por día a manos de la violencia machista, y donde todavía nos falta Santiago Maldonado.
Colectivo de Medios Oveja Negra