NESTOR, Y LA HORA DE LA MILITANCIA.
29 de octubre de 2017
La nostalgia te atrapa en el pasado, te hace volver la mirada hacia atrás y perder el horizonte. Te atrapa en el dolor que dejan las ausencias, en la melancolía por un tiempo sin porvenir. La memoria no, la memoria es un arma cargada de futuro, te permite volver a pasar hechos y personas por el recuerdo y los sentimientos. La memoria es un motor indispensable en la construcción del destino colectivo.
Los héroes existen, irrumpen en la historia para garantizar la victoria de los humildes, para reparar los sueños rotos. Nuestros héroes son de carne y hueso, viven con la pasión aferrada al corazón, tanto que funden su existencia en el sacrificio de una vida digna de ser pasada una y otra vez por la memoria. Quizás por eso Walsh nos enseñaba que las clases dominantes pretenden que no tengamos historia, héroes ni mártires.
Néstor, nuestro héroe colectivo, nuestro único héroe en todo este lío, no es una página más de un libro de historia. Es la fresca memoria de un pueblo, indispensable, para construir un destino mejor a la mierda con nos ofrecen como futuro aquellos que lo quieren encerrar en la nostalgia de un tiempo agotado.
Aquel que reconstruyó nuestra Patria desde las cenizas a la que la había condenado el infierno neoliberal, el mismo que se ha restaurado en forma brutal en esta tierra. Aquel que llego para reconstruir los sueños rotos de una generación diezmada, el que no dejó las convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno, quien no llegó al negocio de la política, quien enseñó que no pasaran a la historia aquellos que especulen, si no, los que más se la jueguen. Aquel que vino a proponer un sueño y a interrumpir el ciclo de exclusión de los más humildes, tiene más futuro para ofrecernos, que pasado por lamentar.
Néstor nos convoca a ser protagonistas en ésta etapa histórica, nos ofrece un aprendizaje enorme sobre la tarea de enfrentar los desafíos en tiempos jodidos, nos dejó un proyecto fresco en la memoria de nuestro pueblo, y un liderazgo convalidado por la voluntad popular como es el de Cristina.
Néstor nos marca el camino, porque más que nunca, es la hora de la militancia.
Aquel que atravesó derrotas dolorosas, y jamás le reprochó nada a nuestro Pueblo. Que comprendió que los retrocesos, son producto de nuestros límites; que el enemigo es gigante, sólo si se lo mira de rodillas, tiene mucho que decirnos en esta hora.
La militancia tiene un desafío enorme en esta etapa, nos exige pensar la realidad desde nuestros propios zapatos, sin permitir que el enemigo nos ofrezca sus recetas, por efectivas que sean, para edificar las respuestas necesarias ante un tiempo difícil.
En los retrocesos, sean electorales, políticos, sociales o culturales, la dispersión es un factor ineludible. La unidad, como desafío de mayorías, nos exige la capacidad de comprender las debilidades y fortalezas para acertar en la respuesta necesaria. Arrogarse vocación de mayoría desde la debilidad en la representación política, es hipocresía. Predicar la unidad, con la pretensión que la vocación de mayoría implique la expulsión de un liderazgo convalidado popularmente por millonadas de votos, es un oxímoron de la coyuntura actual o una trampa del enemigo.
La hora de la militancia, implica defender el liderazgo político en el peronismo de Cristina Fernández de Kirchner, defender las convicciones de un proyecto político que sigue vigente en nuestro Pueblo como destino para reparar los sueños y las esperanzas rotas por el neoliberalismo.
Pero también, la hora de la militancia nos exige resignificar ese proyecto político para que pueda volver a enamorar a las mayorías populares, nos exige resignificar el peronismo, para que su necesaria renovación política le permita transformarse definitivamente en el hecho maldito de la restauración neoliberal, para no terminar atrapados en aquella máxima que indica que si el enemigo se impone, lo mejor es parecerse a nuestro enemigo.
El peronismo domesticado, dispuesto a garantizar la gobernabilidad del ajuste, a sentarse en la mesa de los poderosos para obtener una ventaja o la supervivencia individual, es la trampa de aquellos que sueñan con condenar al peronismo a una crisis de representatividad política profunda que lo conduzca a la derrota.
La hora de la militancia, implica resignificar la organización popular. Nos exige dejar de ser espectadores de los debates que intentan corregir los problemas desde arriba, y pasar a ser protagonistas de los conflictos que explotan abajo. La organización popular es esa herramienta democratizadora a la que no hay cinismo, hipocresía, desinformación o mentira que pueda empujar a suicidar sus intereses.
Hay mucha más información del futuro en nuestra gente, que en sus dirigentes.
Es una linda oportunidad, entonces, en éste capricho del calendario que nos exige recordar a Néstor, dejar de mirarlo con la nostalgia de un tiempo pasado. Recordar a Néstor, es volver a pasar sus enseñanzas por un presente cargado de desafíos hacia el futuro.
Así quisiste que te recordáramos Néstor, y acá estamos. En esta, la hora de la militancia, más vigente que nunca. Como siempre, INSOPORTABLEMENTE VIVO.
Colectivo de Medios Oveja Negra