Milei quiere una Corte Suprema libertaria
30 de marzo de 2024
El gobierno nacional propuso dos nombres para integrar el supremo tribunal. ¿Quiénes son? Algunas claves para analizar el proceso y preguntas que aún no tienen respuestas.
Por Matias Rodriguez
Hace décadas los jueces y tribunales vienen siendo actores fundamentales en las discusiones políticas tanto en nuestro país como en el resto del mundo. Diferentes académicos y periodistas llamaron a este proceso: “judicialización de la política”. Esto se evidencia en que muchas veces se dirimen confrontaciones políticas alrededor de causas y procesos judiciales contra diferentes dirigentes. Por otro lado, muchas veces tiene la Justicia el rol de árbitro de la Constitución y la República, cuando la política ensaya derivas que se elijan de lo permitido. Todos recordamos al presidente de la Suprema Corte, Horacio Rossatti, explicando en plena campaña presidencial que la dolarización que proponía Milei no se podía hacer porque era inconstitucional.
Por todo eso, la composición de las diferentes instancias judiciales y en particular de la Corte Suprema es fundamental para entender las perspectivas políticas que se abren en un escenario inestable como el actual.
El presidente Javier Milei, mediante dos jugadas rápidas, busca quedarse con una mayoría oficialista en la Corte Suprema. Esta semana, mediante una resolución, planteó que el integrante de la Corte, Juan Carlos Maqueda cumple 75 años el 29 de diciembre y por esa razón debe jubilarse. En su lugar propuso a Manuel García-Mansilla. Además, propuso al juez Ariel Lijo para reemplazar a Elena Highton de Nolasco que dejó la Corte en septiembre del 2021.
De esta manera, la Corte en diciembre quedaría tres contra dos. Hoy Ricardo Lorenzetti está en buenos términos con la Casa Rosada y, sumado a los dos designados por el Presidente, le daría mayoría automática, recordando a la llamada Corte menemista de los 90.
Como sabemos la propuesta de jueces para la Suprema Corte de Justicia por parte del poder Ejecutivo, luego debe ser aprobada por el Senado con dos terceras partes de sus votos. Es por eso que Milei, si quiere su mayoría automática, deberá valerse de sus aliados del PRO y algunos senadores provinciales, si no que tendrá que seducir necesariamente a una parte del peronismo.
A pesar de lo que podría suponerse, El bloque de Unión Por La Patria está confundido con esta jugada de Milei. Por un lado, pueden ver la posibilidad de terminar con una Corte que perciben como enemiga, que entienden que funciona como “una mayoría automática contra Cristina” y a la que le realizaron un juicio político durante la presidencia de Alberto Fernández. Por el otro, le darían un fuerte poder a Milei para que blinde judicialmente su gestión.
Es interesante señalar que el presidente de la actual Corte Suprema representa una ficha contradictoria para el actual momento político. Por un lado, su asesor, Silvio Robles estuvo reunido en Lago Escondido con el funcionario macrista Marcelo D'alessandro y directivos de Clarín para realizar operaciones judiciales. Sin embargo, fueron progresivas sus declaraciones en relación a la inconstitucionalidad de la propuesta de la dolarización por parte de Javier Milei.
Claramente, tanto Rossatti como el resto de la Corte juegan para sí mismos. ¿Se podría decir que son la casta? Esto a la hora de pensar en bloquear o no la propuesta oficialista en relación a la composición de la Corte hace pensar en una pregunta ¿Es mejor una Corte que opera en favor propia que una que sea una mayoría automática del Gobierno de derecha? ¿Cuándo se va a tener una verdadera Corte Suprema independiente y en favor de los de abajo? Hay quienes proponen que los jueces sean electos con el voto popular como en Bolivia. En momentos de derechización del voto, hasta esta alternativa radicalizada hace encogerse de hombros y decir: “si van a votar jueces como votan presidentes…”
Por otro lado, los jueces elegidos por Milei también despiertan contradicciones en la bancada peronista. El juez Lijo fue quien ordenó la detención del ex vicepresidente Amado Boudou y García-Masilla fue un reconocido detractor del aborto, causa que en los últimos años el kirchnerismo apoyó fervorosamente, a pesar de no haberla fomentado durante sus doce años de gobierno.
En el caso de Lijo, tiene una muy buena llegada a gobernadores peronistas por diferentes fallos que puede llegar a servirle para fortalecer su postulación.
No parece ser momento de especulaciones. La derrota del gobierno de Milei que es el que desde diciembre a febrero empujó a un millón de argentinos debajo de la línea de pobreza por semana. El que avanza contra todos nuestros derechos y el que nos amenaza con “que vamos a correr”, debe ser la obsesión de todo movimiento opositor. Después se podrá saldar cuentas con la Corte Suprema y sus operaciones. Ahora, estamos ante un peligro inminente.