Macri: Subordinación y valor(ización financiera) I
21 de enero de 2018
Primer entrega del análisis de Horacio Rovelli, un análisis sobre el contexto económico global. Mañana, la segunda entrega.
Macri: Subordinación y valor(ización financiera)
El modelo de acumulación y distribucióon mundial, y el rol que Cambiemos y el sistema financiero nos dejan.
por Horacio Rovelli *
El sistema de producción y distribución del capitalismo siempre ha sido depredador de recursos y de trabajo en esa inmensa maquinaria armada para acumular capital sin medir las consecuencias sobre la vida de la población, su impacto en el medio ambiente y sobre el futuro.
Pero se debe reconocer que el capitalismo logró generar bienes y servicio como en ninguna otra etapa de la historia de la humanidad, a un costo también como tal vez nunca supo la humanidad, incluida las dos guerras mundiales y la llamada guerra de baja intensidad, con solo ver como hacen vivir al pueblo palestino basta para saber lo que se afirma
Sin embargo existieron 30 años, los que van desde el fin de la segunda guerra mundial hasta el principio de los años 70 del siglo pasado, que aplicando la llamada “economía del bienestar” se logró amalgamar en la gran mayoría de los países capitalistas, el crecimiento de la producción con mejoras en la distribución de los ingresos, esto es, parte de la riqueza generada se pagaba en los salarios a los trabajadores que la producen.
La restricción energética (crisis del petróleo) hizo tomar consciencia a los ricos que la misma no alcanzaba para todos, por un lado y, por otra parte, la confrontación que implicaba la existencia de grandes fábricas con miles de trabajadores quienes comprendían a pasos agigantados su rol en la sociedad, entonces surge la contra ofensiva conservadora, plasmada por Nixon y Kissinger en los EEUU y en su área de influencia, donde propiciaron golpes militares para frenar el avance de los sectores populares e imponer con mano de hierro la apertura de esos mercados a sus bienes y capitales, esencialmente a través de la deuda externa.
Reagan y Tharcher en EEUU e Inglaterra respectivamente, van a continuar esas políticas pero avanzando a su vez sobre los derechos de los trabajadores de sus países, para maximizar la ganancia de los empresarios, pero también ante el menor poder adquisitivo de sus remuneraciones y ante la posibilidad cierta de perder su empleo, crearles la necesidad del endeudamiento, con lo que el sector financiero no solo logra prevalecer a nivel mundial, sino internamente en la relación trabajo-capital de cada nación.
Esa prevalencia del capital financiero sobre la producción y sobre la sociedad es lo que se va a denominar “Financiarización” que no es otra cosa que la de imponer la lógica del interés compuesto a todo el sistema de producción y distribución donde el mercado capitalista exista.
El problema es que el interés compuesto, el dinero, etc. son representaciones de valor, pero no son valor. El valor son los bienes y servicios que conforman el PIB de un país, el dinero es un medio de cambio de esos bienes y servicios, con lo que la “financiarización” es el sistema y la lógica de dominación generado por los grandes capitales para fijar nuevas reglas de juego en la sociedades que se le someten. Esto es, ante el “altar” de la deuda, aceptar las condiciones impuesta por los acreedores, quienes de esa manera regulan por encima de los Estados, la actividad económica, social y política de la sociedad.
Paralelamente como el descenso de los salarios reales en los países centrales no fue suficiente ante naciones que tienen abundante mano de obra y la misma, la disciplina para trabajar horas y horas e incorporar conocimiento, se fueron trasladando capitales de los países centrales al este asiático, fundamentalmente a China, lo que si bien es cierto que amplió y consolidó el mercado mundial (y con ello el sistema capitalista), generó una nueva subdivisión del mundo donde la industria de mano de obra intensiva se radica en los países del sol naciente, pero con tal dimensión y característica que, por ejemplo, el Estado Chino tiene como Reservas Internacionales, más de 4 Billones de dólares (unas 8 veces nuestro PIB anual) entre títulos del Tesoro y moneda estadounidense, fruto de los crecientes superávit comercial del primero con el segundo, lo que por un lado le da a esa nación un grado de supremacía como acreedor, pero por otra parte financia con sus tenencias, el déficit fiscal y comercial de los EEUU.
En ese marco y en esas condiciones, los otrora países centrales se encuentran con que necesitan nuevos mercados para colocar sus productos y a la vez asegurar esto por la política de deuda, entonces se torna necesario para ellos, imponer en sus áreas de influencia esa caterva de mentiras, mitos y falacias del neo-liberalismo de la eficiencia y de la productividad que conllevan los mercados, de crear las condiciones para que el capital se reproduzca (que ellos denominan “ buen clima de negocios”) y hasta lo que llamaron contra la “represión financiera”, que no es otra cosa que los grandes bancos operen a nivel internacional sin ningún tipo de trabas ni problemas (libre ingreso y salida de capitales, libertad para fijar las tasas de interés, regular los mercados de cambio a nivel mundial, etc. etc.) y es más, que se prioricen sus compromisos antes que los de la sociedad.
Obviamente tienen sus férreos límites, como sucedió en la crisis bancaria de los “créditos de securitización” , que ante el menor poder adquisitivo de los trabajadores, se continuaron otorgando créditos de mediano y largo plazo para comprar bienes durables, principalmente inmuebles, lo que provocó la falta de cumplimiento en los pagos y con ello arrastró a los bancos. Pero en medio de la crisis, los gobiernos de los países centrales salieron a respaldar generosamente a sus entidades (y no a los clientes, no a la población, no a la producción ni al consumo), con el pretexto que de no ser así el daño sería mucho mayor.
Esa crisis no solo no ha terminado, sino que se puede volver a repetir porque el sistema financiero está sobredimensionado y no tiene relación directa y proporcional con la cadena de valor y de comercialización, es un castillo con pie de barro. Actualmente en el mundo capitalista las entidades financieras ganan plata, primero y sobre todo, comprando títulos públicos. En segundo lugar financiando al consumo y recién en tercer orden, a la producción. Esta desconfiguración del sistema no es gratis y así como le permite hacerse de ganancias rápidas, también puede derrapar ante cualquier problema de la economía real.
Así como China tiene importantes y decisivas reservas internacionales en títulos y moneda estadounidense, por distintas razones, fundamentalmente para reaseguro de la deuda que se toma, los países periféricos (y no tan periféricos) deben también acumular reservas en sus bancos centrales, con lo que no solo deben abonar siderales tasas de interés por la deuda contraída, sino que encima, por el señoreaje de sus reservas internacionales (la parte de las mismas que pueden colocar a interés en los bancos de los países centrales) reciben una tasa mucho menor, con lo que en conjunto financian el déficit comercial y fiscal delos países centrales, sino que también lo hacen a tasas básicas y en cambio, generan fuertes ganancias a los bancos prestamistas.
* Horacio Rovelli es Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA)