LA PATRIA GRANDE Y LA PANDEMIA
01 de agosto de 2020
Cómo sostener el sueño bolivariano en tiempos de pandemia antipueblo.
Por Luis Giannini
“La Patria es América.” Simón Bolívar
“Pueblo que se somete, perece” José Martí
¿Cuál es el marco regional en que Argentina enfrenta una terrible crisis social y económica producida por el ajuste y el default macrista y encima atravesando esta pandemia, duro reflejo de la crisis civilizatoria del capitalismo neoliberal?
Y cuáles son las perspectivas que sostengan el sueño de la construcción de la Patria Grande?, a casi 15 años de aquel momento fundacional del “ALCA al Carajo”, donde se comenzaba a construir y luego consolidar el bloque regional de gobiernos soberanistas, con gobernantes tan parecidos a sus pueblos, constructores de la UNASUR, la CELAC y el Mercosur de los pueblos.
Emociona volver a mirar esa foto de 2007, todxs juntos: Rafael Correa, Evo Morales, asumidos recientemente, Lugo cerca de asumir, Néstor, Cristina, Lula y Chávez los grandes gestores del plantón a Busch. Presidentxs amigxs de sus pueblos y de la patria americana, que no se sometían al imperio, reafirmando sus vínculos regionales y rechazando los pactos de libre comercio que venían a imponer, luego de los compromisos asumidos por otros presidentes que habían resultado pocos amigos de sus pueblos, cuando no sus represores y asesinos.
En 2003 cuando llegaban al gobierno Néstor y Lula mirábamos con discreta esperanza un mañana distinto al del ajuste y el hambre neoliberal, con sus represiones, impunidades y muertes. Pero ya cuando fue el “Alcarajo” Néstor había descolgado los cuadros de los milicos y el país empezaba a mejorar en muchos aspectos, como ese Brasil tan pobre y postergado que Lula recorría de punta a punta. Luego hicimos historia y patria americana como pocas veces sucedió, aunque tanto no duró. Siempre hubo embates e intentos golpistas, contra Evo en 2008, en 2009 voltean a Zelaya en Honduras, contra Correa en 2010 y luego destituyen a Lugo en Paraguay en 2012. Después vino el desastre con la destitución de Dilma en Brasil, la prisión de Lula, precedidos por nuestra derrota en las presidenciales frente al macrismo. La derecha comandada por el Imperio, nunca descansa, siempre trabaja, socava y ataca, con los bloqueos, las muertes, los atentados, las amenazas, las mentiras mediáticas, las operaciones judiciales combinadas de law fare y también los golpes institucionales, a través de las rebeliones policiales, los cacerolazos, los piquetes de la abundancia, las rebeliones de gendarmes o militares, las traiciones políticas y judiciales, siempre financiadas, formateadas y sostenidas allá, en el gran imperio del norte que ahora, recortado como está por sus fracasos en la OTAN y en su guerra comercial con China y Rusia, ha redoblado sus esfuerzos en dominar y someter a su patio trasero, nuestramérica. Hoy más que nunca ellos tienen hasta el tono de la rebeldía y nos dejan a nosotros la racionalidad, la moderación del cuidado y el distanciamiento que nos aleja de la calle que ha sido tomada por ellos, aunque en escaso número, pero produciendo más muertes y muchas contradicciones y dudas en nuestra gente.
Hoy, a quince años la esperanza se sostiene, pero hay que ponerle muchas ganas y militancia, por cierto. Sosteniendo, ayudando, mostrando empatía y solidaridad, mientras nuestro presidente Fernández da muestras de estadista moderado y humanista, plantándose ante los buitres bonistas y despreciando a la dictadura boliviana, logrando gobernar con todos los que tienen responsabilidad de gobernar, propios y opositores, capeando el temporal de la pandemia sin poner en crisis la atención sanitaria en términos humanos. Claro que queremos expropiar Vicentin, pero cambiando la matriz productiva de los alimentos, recuperando el manejo del comercio exterior privatizado y saqueador, la reforma judicial, el impuesto a las grandes fortunas, el ingreso ciudadano universal, la reforma impositiva y del sistema financiero. Para avanzar hay que convencer, construir consensos y apuntalar los liderazgos que tengamos, los nuevos y los no tanto. Avanzaremos lo que se pueda en términos prácticos y estratégicos con la fuerza que hemos podido conseguir para ganar las elecciones y para sostenernos en este duro temporal que, a diferencia de los que azotan en el mar, es imposible saber cuánto va a durar.
Alrededor nuestro, salvo en Uruguay, en los países gobernados por la triunfante derecha los pueblos que se han sometido, perecen, lamentablemente.
En el Brasil donde Bolsonaro aumenta el gasto militar, porque "considera que la región dejó de ser libre de posibles conflictos bélicos” y se prepara para intervenir “en defensa de los intereses brasileños en la selva amazónica y el litoral atlántico", la pandemia produce 10 veces más muertes por millón de habitantes que en la Argentina. Similar situación se registra en los neoliberales Chile y Perú, mientras que en el Ecuador del traidor Moreno los muertos son 20 veces más.
En consonancia con esto, el Comando Sur de la Armada de Estados Unidos navegó en el litoral marítimo de Venezuela, aduciendo que lo hace en nombre "de la libre navegación", el derechista presidente uruguayo desconoce al gobierno de Maduro, que se prepara para producir en su país todos los alimentos que consume su pueblo y es el que mejor ha contenido la pandemia en toda la región.
La dictadura de Bolivia le pide a la OEA una nueva postergación de los comicios previstos para el 6 de setiembre, con la excusa de la pandemia, mientras intenta la exclusión del candidato del MAS, Luis Arce, casi seguro ganador, cuando se duda de las cifras oficiales de muertes, a la vista de que en La Paz o en Cochabamba en sólo una semana la policía recogió varios cientos de muertos de las calles, por el total colapso de los centros de salud. Chile, sumido en una crisis que hasta diputados del oficialismo de Sebastián Piñera votan en rebeldía junto a la oposición una ley para recortar la ganancia de las empresas de AFP que lucran con las míseras pensiones. En Colombia, gobernada por el derechista Duque, lo que no mata el virus lo hace en poco tiempo el grupo narco-paramilitar Los rastrojos, que ha asesinado ya a 145 campesinos y puesto en situación de refugiados migrantes a más de 1000 personas. Sin embargo, en la OEA están preocupados por los derechos humanos en Venezuela. Cuánta razón tenía Evo Morales cuando decía que la OEA es el ministerio de las colonias de EEUU.
Las cosas tampoco van muy bien en la metrópoli del imperio americano: Donald Trump afirmó hace días que la situación de la pandemia “probablemente empeorará antes de mejorar”, luego de constantes incrementos en los contagios. El país tiene casi 2 millones de casos activos y casi 145.000 decesos. Pero para ellos el problema es Venezuela: ahora ofrecen 5 millones de dólares para quien otorgue información que lleve al arresto del presidente del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, Maikel Moreno. Habría que avisarle a esa señora que protestaba el 9 de julio porque no quería que fuéramos “Valenzuela”.
Resulta desolador observar como mientras en las Américas todo parece muerte y destrucción, en la Unión Europea los jefes de Estado y de gobierno lograron un acuerdo de recuperación económica conjunto para atender la crisis provocada por el coronavirus. El mismo establece la creación de un fondo de 750 mil millones de euros, financiado con deuda común, de los cuales 360 mil millones serán para préstamos que ayuden a los países más afectados y 390 mil millones en subvenciones. Plan Marshall, Estado de Bienestar a pleno.
En nuestramérica, donde gobierna la derecha es muy difícil que los pueblos conquisten el gobierno y un poder transformador, sólo por participar de elecciones: tanto en Ecuador como en Bolivia se ha ilegalizado a los partidos que representan a Correa y a Evo Morales. Incluso en Chile para que la clase política, aún “progresista”, entienda los cambios necesarios al neoliberalismo reinante, el pueblo ha tenido que luchar sostenidamente en las calles. Las declaraciones del grupo de Puebla son muy interesantes, pero están lejos de ser hegemónicas en nuestro continente, el más desigual de la tierra.
Los únicos países que están en condiciones subjetivas de plantearse una salida benefactora a la crisis, buscando sostener la vida, el trabajo y el cuidado de nuestros pueblos, en América, hoy son México y Argentina, además de Cuba y Venezuela. Seguramente, con el esfuerzo militante de quienes tengan la decisión de aportar solidaridad, pero también debate político en las construcciones colectivas de otra forma de relación social, de otra economía, local y social, cooperativa, fundada en las ayudas estatales, con emisión monetaria y control de precios, con controles a los mercados concentrados de alimentos para que no nos saqueen. Porque el Mercado a nadie va a salvar de esta terrible crisis - pandemia. Ojalá podamos demostrar a nuestros hermanos de la patria grande que el camino son otra vez los gobiernos nacionales y populares, dejando de lado a gobernantes ricos y empresarios o empleados intelectuales de las corporaciones de la derecha mundial, para que los pueblos los combatan y no los elijan y también para que los combatan cuando intenten destituir a los gobiernos populares. La principal batalla sigue estando siempre en la conciencia de las masas populares porque es cierto que los medios hegemónicos construyen mentiras para sostener el odio y la antipolítica funcional a la derecha, pero la matriz del odio visceral, ese que no soporta que al vecino humilde le vaya bien, que no soporta la igualdad, está en la subjetividad, en la conciencia de cada sujeto que habita entre nosotros. Y ahí está la principal batalla: educar en el amor, en el respeto por la naturaleza de la que somos parte y no sus amos, en la renuncia a la ambición y el individualismo.
La pandemia nos ha demostrado que se puede vivir con mucho menos de lo que consumimos habitualmente, que, para recuperar los abrazos y los encuentros, en las condiciones que se den, es muy importante cuidarnos entre nosotrxs, distanciarnos para evitar el contagio del virus, pero para mejor vivir tenemos que acercarnos cada vez más a la igualdad, a la empatía, a ponernos en el lugar del otro, a la construcción colectiva del bienestar y la felicidad popular.
Bancar y Sostener los que pueden ser nuestros Estados de bienestar, sociales y distributivos, ampliadores de derechos, será el mejor aporte a la construcción de la patria grande de Bolívar, y a construir pueblos que no se sometan y se Unan para no perecer.
* Militante de los DDHH. Ex Secretario General de CTA Río Negro.