LA CULPA ES DE LA SOCIEDAD
27 de noviembre de 2018
“Somos una sociedad enferma” es uno de los tópicos repetidos hasta el hartazgo en estos días. Pero, ¿es realmente así? Nota editorial semanal de Oveja Negra
Por Oveja Negra*
Hace muy poco tiempo, Mauricio Macri invitó a la sociedad argentina a madurar. Lo hizo al señalar que no podemos vivir por encima de nuestras posibilidades y anunció uno de los tantos ajustes que ha implementado desde que le tocara en gracia asumir el cargo de Presidente.
En criollo, nos dijo que no importa que la Argentina produzca alimentos para cien millones de personas en el mundo, si vos queres comer y no te alcanza la plata, la culpa es de una sociedad inmadura que pretende alimentarse.
La lógica de adjudicarle responsabilidades a la sociedad, a nuestra cultura, a nuestro ser nacional por todo lo malo que nos sucede a consecuencia de un pésimo gobierno no es algo novedoso en nuestra historia, no es una afiebrada creación de Duran Barba, ni menos aún pudo salir de la débil inteligencia de quien ejerce la presidencia. Desde Sarmiento y su tan mencionado -y poco leído- “Facundo, civilización y barbarie” se ha insistido sobre el asunto.
Es más, la insistencia sobre el tópico de “somos una sociedad enferma” ha lesionado severamente el sentido común hasta el punto de ser repetido ante situaciones tan distantes como una imagen viralizada hasta el cansancio de una piedra volando en un partido de fútbol, o bien, como consecuencia de una protesta social contra una política de ajuste.
Si en los días previos a la final de la Copa Libertadores, lejos de las tapas de los diarios, Rodolfo Orellana no hubiese sido asesinado por la Policía Bonaerense de un disparo por la espalda, si no se hubiera cumplido un año del asesinato por la espalda de Rafael Nahuel a manos de la Prefectura Naval, si no hubieran pasado 24 horas desde que fuera fusilado Marcos Soria en Córdoba por la policía, la payasada de Mauricio Macri brindando una conferencia de prensa para responsabilizar por la suspensión del partido a la sociedad argentina y asegurar que la seguridad para recibir a los piratas del G20 se encuentra garantizada, hubiera sido simplemente motivo de burla.
Sin embargo, es una postal más de la tragedia argentina a la que nos condenaron y pretenden que naturalicemos.
Ni una palabra dedicó el Presidente a dar explicaciones acerca de los crímenes que las fuerzas represivas cometieron esta semana contra dos militantes populares. Ni una palabra dedicó el Presidente para cuestionar la política de seguridad de la Ministra Patricia Bullrich, ni menos aún formuló autocrítica alguna por cancherear la seguridad deportiva haciendo anuncios extravagantes sobre la concurrencia de público visitante al fútbol. Muy lejos de eso, anunció el envío de un proyecto de ley para seguir agravando penas, profundizó el discurso represivo y anunció con felicidad que va a militarizar la Ciudad de Buenos Aires para recibir a la cumbre del G20.
Porque efectivamente, la tragedia argentina tendrá su postal de opulencia represiva el próximo fin de semana, cuando por dos días se instale en nuestro país el grupo inventando en el 2008 por las potencias extranjeras del G7, oportunidad en la que invitaron más países a que garpen las consecuencias de la crisis social generada en las propias potencias por parte de las corporaciones financieras y le pusieron de nombre G20.
Mauricio Macri espera ansioso la cumbre, se siente satisfecho de estar cumpliendo las metas impuestas por el FMI, de haber garantizado una política económica al servicio de las corporaciones transnacionales que tributan a los países miembros del G20. Espera ansioso poder transmitirle a la sociedad argentina que los países del mundo nos están pidiendo profundizar el ajuste sobre nuestras jubilaciones, avanzar en una reforma laboral que destruya derechos adquiridos, y también, seguir desmantelando lo que queda del Estado a partir de más ajuste sobre sus cuentas y la privatización de sus empresas estratégicas.
Mauricio Macri se ha transformado en servil empleado de los dueños de la economía mundial, los intentará recibir demostrando su capacidad represiva sobre las protestas sociales que nacen en cada rincón del mundo al que se acercan los saqueadores que integran tan selecto grupo. Intentará mendigar ventajas de un libre mercado que nos imponen, pero que jamás se replican en la economía doméstica de las potencias extranjeras. Intentará mostrarnos oportunidades, ahí donde sólo tienen para ofrecernos miseria.
Mauricio Macri recibe a las personas para las cual gobierna. Se mostrará exultante, sonriente ante los poderosos del mundo. Será tarea entonces, en lo que reste de la infamia de su mandato, arrancarle la sonrisa de la cara para volver a dibujar un horizonte de felicidad para nuestro pueblo.