Oveja Negra

ESTA TIERRA QUE ES UNA HERIDA


14 de octubre de 2017

Oveja Negra

Dibujo: Luis Scafati
Dibujo: Luis Scafati

Hace 525 años en nuestra tierra se abrió una herida que jamás pudimos cerrar. Aquellos pueblos que estaban lejos de vivir en un paraíso, fueron condenados a padecer el infierno de los que se creían dueño de las palabras y de todas las cosas. Forjaron una historia plagada de ocultamientos, de mentiras espantosas, para convalidar la ambición de los poderosos.

Aquellos heroicos aventureros presentados en la historia como tripulantes de tres carabelas sin rumbo, eran mercenarios al servicio de la corona española. Contratados para conquistar un tierra plagada de riquezas, con la misión de someter a sus pueblos a la esclavitud como destino o la muerte como castigo. Traían bajo el brazo la anuencia del poder de un Dios Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, dueño de los rincones más remotos de nuestra existencia. Un Dios que nuestros pueblos no conocían, ni reconocían, como propietario del lugar que habitaban sin su noticia desde hacía miles de años.

Los alimentos de nuestro suelo, modificaron las costumbres de una Europa habituada ya a vivir del sacrificio ajeno. Las riquezas de nuestro suelo y subsuelo incrementaron las arcas de los imperios de ultramar y le permitieron desarrollar las bases del sistema capitalista que años más tarde concluiría en Nuestra América la tarea de su dominación.

Nuestros pueblos fueron condenados a servir con su creatividad, y con su esfuerzo a vivir trabajando al servicio del desarrollo extranjero.

Nuestros pueblos fueron condenados a servir con su creatividad, y con su esfuerzo a vivir trabajando al servicio del desarrollo extranjero. Como esclavos primero, como sobrevivientes luego y como asalariados después, tras siglos de resistencia para seguir siendo considerados como un costo para la ambición de los poderosos.

Nuestra historia fue sepultada. Nuestros pueblos originarios condenados al olvido, nuestros criollos y mestizos a vivir en la ignorancia de creer que nuestra identidad tiene origen en un descubrimiento. Condenados a pensar que Lautaro es un nombre de moda, que Oberá es una ciudad misionera. Que  Mangore, Siquirincho, Chacao y Guaicapuru son palabras simpáticas. Incluso que Arbolito es una banda de folklore, que Atahualpa es Yupanqui, y que Yupanqui un club de futbol con poca gente. Aún están, quienes convencidos de la heroica resistencia de Túpac Amaru II, éste no tuvo un carajo  que ver con la Independencia de nuestros pueblos.

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas." sentenció alguna vez Rodolfo Walsh.

La eficacia de las clases dominantes se expresa con absoluto cinismo en la presidencia de Mauricio Macri. Tras 525 años de historia, ahí está el tipo con el añejo discurso de esperar que las inversiones externas vengan a salvar el destino económico de nuestra nación. Como quien espera que tres carabelas se asomen en el horizonte, para saquear nuestros recursos y exigir que nuestro trabajo valga centavos para maximizar sus riquezas.

Como si no hubieran pasado más de cinco siglos de aquella enseñanza tergiversada, ahí está Macri, convidado de piedra de la visita de los poderosos del mundo, que son paseados turísticamente por las tierras ocupadas por terratenientes extranjeros. Ahí anda garantizándole negocios a Benetton, utilizando la violencia para desalojar las tierras reclamadas por los pueblos originarios, condenado su resistencia, encarcelando sus dirigentes.

Ahí anda Macri, odiando al pueblo que forjó las riquezas de su familia, condenando a nuestra tierra a vivir en una miseria que se planifica desde hace más de quinientos años.

Ahí anda como virrey contemporáneo, asegurando la extracción de litio en tierras jujeñas, para negocio de Blaquier y el extranjero. Confiado en seguir sembrando de injusticias nuestra tierra. Carcelero de Milagro Sala, india, negra y pobre que no renunció jamás a que  su pueblo viva en la miseria y al servicio de los poderosos. 

Ahí anda Macri despreciando cada día haber nacido en éste suelo, odiando al pueblo que forjó las riquezas de su familia, condenando a nuestra tierra a vivir en una miseria que se planifica desde hace más de quinientos años.

Pero también estamos las ovejas negras de esta historia. La sangre de Túpac Amaru, la rebeldía de Atau Huallpa, el mestizaje de Calatayud, la dignidad de Milagro Sala. Los dientes apretados de cada Descamisado de la Patria, la herencia del Malón, los que seguimos gritando bien fuerte “Donde carajo está Santiago Maldonado”. Porque jamás la historia escrita por vencedores, pudo hacer callar la voz de nuestros bombos.


                                Colectivo de Medios Oveja Negra

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