EL COSTO ARGENTINO SOS VOS
27 de agosto de 2017
Hay un mensaje que circula por las redes sociales que dice: cada uno de los últimos tres presidentes argentinos se operó de lo que más usó: Néstor del corazón, Cristina de la cabeza y Macri de las rodillas. El jueves se llevó adelante en nuestro país el 14° Consejo de las Américas, el tanque de ideas liberales que fundara en 1965 David Rockefeller, basado en la creencia religiosa de que la libertad de los mercados, las empresas privadas y la maximización de las ganancias, ofrecen los medios más eficaces para lograr el crecimiento económico, la inclusión, el bienestar y todo lo que tenga que ver con el desarrollo humano. Lo que le falto aclara al amigo Rockefeller, es que la ecuación solo contempla al 30% de la población mundial.
Las intervenciones de los principales ministros en el conclave neoliberal –Nicolás Dujovne, Marcos Peña, Francisco Cabrera, Juan José Aranguren- muestran un optimismo sobre la realidad nacional, que no se condice con lo que se vive todos los días en las calles. Los anunciados brotes de la economía, son la contabilización de la distribución regresiva del ingreso, de los trabajadores al capital concentrado que viene llevando adelante el gobierno del presidente Macri.
Los anunciados brotes de la economía, son la contabilización de la distribución regresiva del ingreso, de los trabajadores al capital concentrado que viene llevando adelante el gobierno del presidente Macri.
El eje transversal a la mayoría de los discursos fue “la imperiosa necesidad de bajar el costo argentino”. Para estos tipos el costo argentino sos vos. Son las escuelas y universidades públicas, los hospitales, el acceso a una vivienda digna. Son los derechos conquistados por la organización de los trabajadores y trabajadoras a lo largo de la historia de nuestro país. Bajo el paraguas de la “competitividad” y la creación de “puestos de trabajo de calidad”, se esconde una feroz flexibilización laboral. Brasil es el modelo regional a seguir. La movilización del martes pasado, el piso necesario para ponerles un límite a la modificación de las relaciones laborales.
Las generaciones criadas al calor de la pobreza y la marginalidad, a la que nos condenaron décadas de neoliberalismo, luchamos no pocas veces contra el estigma de lo que nuestra propia condición social nos permite acceder. Para que la posesión de bienes de cuestionable necesidad no sea considerada un lujo de las clases acomodadas, sino un objetivo al que también los más humildes podemos aspirar. A contraluz de ello, la mesurada calma con la que los titulares matutinos, a través de sus voceros estrellas, anunciaron que la próxima boleta de gas podrá pagarse hasta en cuatro cuotas sin interés, resultó un violento impacto que vuelve a poner el freno a los sueños de cualquier familia, de cualquier argentina o argentino.
¿Qué tan lejos se extiende el horizonte de quien solo podrá acceder a un servicio básico, financiando la factura del próximo mes en hasta cuatro pagos? Y mientras nos vamos acostumbrando a que nos recorten los sueños más sencillos y terrenales, aquellas quimeras cotidianas que proporcionan la satisfacción necesaria para seguir transitando cada día, los voceros de la casta miserable que nos gobierna, empuñan poesías sobre la búsqueda de la felicidad en lo intangible, intentando convencernos de que debemos despojarnos de todo lo que ellos se rodean, para alcanzar una suerte de clímax existencial.
El eje transversal a la mayoría de los discursos fue “la imperiosa necesidad de bajar el costo argentino”. Para estos tipos el costo argentino sos vos.
Pero mientras esgrimen esas abstracciones para justificar la miseria, también nos van arrebatando la vida, la libertad, a largo plazo, mediano o muy corto. Intentando desaparecernos, uno a una, o de a montones, aprisionándonos como a Milagro, o esfumándonos como a Santiago.
Los titulares en impactantes letras mayúsculas irrumpen las pantallas con pistas falsas, especulaciones infundadas y supuestas desviaciones de la investigación judicial. Solo apuntan a llevar a la opinión pública a un solo puerto: el de un confuso olvido. A la impunidad de los funcionarios del Estado, de la Ministra de Seguridad que armó una función circense en el Senado de la Nación, para evadirse de la responsabilidad que solo les cabe a quienes nos gobiernan por la desaparición de un joven en contexto de protesta social, a manos de una fuerza de seguridad de la nación. Pero el éxito relativo que significa eludir el escrutinio mediático y la condena judicial, que merecen quienes ostentan grado alguno en la responsabilidad sobre la vida y la integridad de Santiago, se esfuma lentamente cuando vemos su rostro repetido por cientos, por miles, que lo alzan entre sus manos, que lo dibujan en una pared, que lo imprimen para colocarse en el pecho, para vencer a la desmemoria a la que quieren condenarnos.
Corporaciones económicas que exigen “seguridad jurídica” y “previsibilidad” para sus inversiones. El Fondo Monetario Internacional felicitando a Macri por el plan “tremendamente exitoso para bajar la inflación”. Un gobierno que garantiza esas exigencias con presas y presos políticos, programa de ajuste, liberalización de las importaciones y bicicleta financiera. Una puesta en escena en el Prime Time televisivo para amortiguar la derrota electoral en Buenos Aires y Santa Fe que nos retrotraen a la década infame. La gendarmería haciendo desaparecer a Santiago Maldonado. Lo venimos sosteniendo hace rato, lo que está en peligro en la Argentina es la democracia.
Colectivo de Medios Oveja Negra