Oveja Negra

EL CIELO DE JUAN


16 de septiembre de 2017

Oveja Negra

Ilustracion: http://lamariategui.blogspot.com.ar
Ilustracion: http://lamariategui.blogspot.com.ar

'Dale un beso, decile adiós", dijo el tío y con un gesto suave de su mano, un movimiento casi imperceptible de sus dedos, bajó los párpados de Juan: "aviador proletario, vete a surcar los otros cielos que aquí en la tierra nosotros te vengaremos". Las lágrimas dejaron un reguero sobre el rostro de mi tío, se deslizaron a lo largo de sus bigotes morsa y en gotas cayeron al suelo. Yo no podía llorar, tampoco podía hablar: una mano invisible me aferraba la garganta, y aparté la mirada del cuerpo de Juan. En ese momento desde el cielo otra vez se escuchó un ruido de motores: alguien exclamó "a tierra, a tierra, vuelven los aviones". (Amorín, 2005)*


Por Emiliano Pierola

El párrafo anterior pertenece a un cuento escrito por José Amorín titulado “Murió por Perón” en el que el autor narra la historia de dos grupos de niños de un barrio de Villa Crespo, provincia de Buenos Aires, que estaban enfrentados por cierto control territorial, en el contexto de mediados de la década del '50. Juan era canillita, huérfano de padre y soñaba con ser aviador. José era nieto de inmigrantes, vivía con su madre en la calle de profesionales y comerciantes. Ambos eran los respectivos cabecillas de las banditas enfrentadas. En el transcurso del cuento Juan y José van construyendo una amistad desde la rivalidad, que representa cierta división entre las capas medias y bajas durante el peronismo. Sin embargo, su amistad termina abruptamente interrumpida.

El desenlace del cuento, con la muerte de Juan, alude a uno de los sucesos más violentos de nuestra historia, en el que se cristalizó de un modo inédito el odio que las clases dominantes del país sentían hacia los sectores populares: el 16 de junio de 1955, 34 aviones militares pertenecientes a la Aviación Naval –algunos con el símbolo de “Cristo Vence”- dispararon innumerables cantidad balas de 7,65 mm y 20 mm, y descargaron más de 13 toneladas de bombas sobre la Plaza de Mayo, la Casa Rosada y el edificio de la Confederación General del Trabajo. Los bombardeos a Plaza de Mayo dejaron un saldo de 364 muertos y 800 heridos entre la población civil (datos del ortiba.org). Los mismos sectores que acusaban de nazi-fascista al General Perón cometieron un delito solo comparable al bombardeo de la ciudad española de Guernica por los aviones nazis en 1937.

Sin embargo, aquel levantamiento fue desarticulado porque la mayoría del Ejército se mantuvo leal al gobierno constitucional. Pero el 16 de septiembre de ese año un grupo de insurgentes golpistas de las tres armas lanzaron una rebelión que llamaron “Revolución Libertadora” y que obligó a Perón a renunciar y exiliarse en distintos países del extranjero hasta su asiento en Madrid, donde pasaría los próximos 18 años.

¿Por qué nos odian tanto?

Las razones de semejante odio hacia los humildes de la Patria sólo pueden explicarse dimensionando las transformaciones sociales, económicas y culturales que produjo el ascenso del General Perón y las masas trabajadoras al poder del Estado argentino. El 17 de octubre de 1945 los obreros y obreras de los principales centros urbanos del país acudían a una cita con la Historia que había sido forjada por varias generaciones de compatriotas. Los desposeídos y ultrajados, hijos de inmigrantes, criollos y pueblos originarios, arrastrados hacia las metrópolis por la creciente industrialización, se sublevaban en pleno corazón del país semi-colonial para dar nacimiento al peronismo.

La experiencia histórica del peronismo en el poder (1945-1955) modificó profundamente las estructuras productivas, simbólicas y sociales de la Argentina, relegando del poder político a las fracciones oligárquicas que habían gobernado de modo hegemónico el país –con la relativa excepción del gobierno de Hipólito Yrigoyen- desde 1862 y fundamentalmente desde la creación del Estado Nacional. La exportación de materias primas y la importación de manufacturas, bienes de capital y empréstitos usureros, caracterizaron -a grandes rasgos- la dependencia del país al Imperio Británico desde los inicios del modelo agroexportador. Si bien desde 1930 el país atravesaba un creciente proceso de industrialización por sustitución de importaciones, éste no redundaba en mejores condiciones de vida para la mayoría de la población.

Sólo con la llegada de Perón al poder se alteraría la relación de sumisión imperial y se producirían cambios sustanciales en el estómago y la conciencia de las masas populares. La nacionalización de áreas estratégicas de la economía como los depósitos bancarios, los recursos naturales, los ferrocarriles, las telecomunicaciones, la distribución de la renta agraria diferencial, el sufragio femenino, los créditos para la industria, los contratos de trabajo, las indemnizaciones, las leyes de previsión social, las jubilaciones y pensiones, el pleno empleo, los altos salarios, las vacaciones pagas, la creación de 8.000 escuelas, 500.000 viviendas, la reducción del analfabetismo al 3% en el país, los hogares escuela y hogares para ancianos, la gratuidad universitaria, la ciudad infantil, el Estatuto del Peón, constituyen algunas medidas de gobierno que ejemplifican lo mencionado anteriormente.

Un dato saliente en cuanto a la apropiación del excedente producido indica que la participación de los trabajadores en la renta nacional aumenta de 1943 a 1954 en un 55%. Hacia 1946 los trabajadores tenían una participación del 35%, mientras que en 1949 ascendió al 51% y luego se estabilizó en un 48% hacia 1954 (Baschetti, 2004).

Resistencia Peronista

Los golpistas del '55 no eligieron casualmente el destino de sus bombas. La Casa Rosada, la Plaza de Mayo y la CGT, representaron una estratégica articulación entre el poder político, la democracia y los trabajadores que permitieron edificar un proyecto de Nación en torno a las banderas de Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia Social.

Al tomar el poder en septiembre, la camarilla golpista integrada por Pedro Aramburu, Isaac Rojas y Eduardo Lonardi, estableció la intervención de la CGT y de la Corte Suprema, la disolución del Congreso Nacional, la intervención de las provincias y las Universidades, expulsión de docentes y autoridades, etc. El decreto 4161, que buscaba prohibir cualquier tipo de simbología peronista, revelaba el deseo delirante de las clases dominantes de borrar de un plumazo la experiencia peronista, grabada a fuego en la piel de la clase obrera. Los golpistas acudieron a la persecución y asesinato de la militancia peronista y la proscripción electoral del Partido. Los fusilamientos de José León Suarez y del Coronel Juan José Valle buscaron escarmentar a quienes luchaban por restaurar el gobierno constitucional.

De este modo se iniciaba una dura etapa para el movimiento peronista, que habría de determinar las próximas dos décadas en la historia nacional, atravesadas por Dictaduras Militares, gobiernos pseudo democráticos, grandes movilizaciones obrero-estudiantiles y acciones de fuerza sindicales, el nacimiento de las organizaciones revolucionarias, el retorno de Perón, su posterior muerte y la culminación de un vasto proceso de luchas políticas y sociales con el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

62 años

A más de seis décadas de los bombardeos y del golpe de estado de la Revolución Fusiladora, la patria se sigue dirimiendo entre quienes pretenden un país donde cabe un tercio de la población, “civilizado y blanco”,  europeísta y domesticado al capital transnacional y quienes soñamos una patria que incluya dignamente a los “cabecitas negras”, los descamisados, las mujeres, los pueblos originarios, los ancianos y los niños.

Hace más de seis décadas, desde el mismo cielo que el cumpita Juan soñaba atravesar volando, cayeron las bombas de la oligarquía. Desde los mismos aviones que algún día él pilotearía orgulloso en defensa de su patria y su pueblo llovieron las balas que truncaron su feliz infancia. A más de seis décadas, y a pesar de las bombas y fusilamientos, los peronistas seguimos vivos. A 62 años de su muerte inventada es nuestro deber devolverle a Juan su cielo, porque sabemos que aunque sea ficción, Juan existió.


*Amorín, J. (2005) Montoneros: la buena historia. Ed. Catálogos. Buenos Aires.

Baschetti, R. (2004) Los bombardeos a Plaza de Mayo. El 16 de junio de 1955. Desgrabación de la charla

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