Davos: el eje del mal
25 de enero de 2018
Mauricio Macri participó de forma entusiasta en el Foro Económico Mundial de Davos, ofreciendo al mundo nuestros alimentos. Pidiendo a gritos inversiones externas. En Davos participan los grupos económicos que explican como el 1% mas rico se lleva el 82% de la riqueza generada en el 2017. Mientras el 50% mas pobre, no se lleva nada.
Davos: el eje del mal
por Fernando Gomez *
P: -Cerebro, ¿qué vamos a hacer esta noche?
C: -Lo mismo que hacemos todas las noches, Pinky. ¡Conquistar el mundo!
Ningún botón, de ningún escritorio, de ninguna Pyongyang. Ningún fundamentalista islámico en ninguna cueva de Afganistan. Ningún régimen, de ningún Palacio Miraflores, de ninguna dictadura. Ningún persa, en ninguna central nuclear. Menos aún, ningún funcionario, en ningún café, negociando ninguna coima. Por macabra que parezca la novela, en ninguna de esas tramas, se está pensando de qué manera condenar a la mitad de la población mundial a la muerte.
Sin embargo, eso está ocurriendo. Ahora, en este mismo instante. A la vista de todas, y de todos. Anomalía perversa gestada en el corazón de las grandes empresas periodísticas, los miserables intentan imponer su sentido común por demolición del instinto de supervivencia que le facilitó a nuestra especie sobrevivir a cataclismos peores.
En Davos, el 1% más rico del planeta, se reúne para imponer las condiciones al 50% de la población más pobre, para que ésta genere riquezas y no se quede con nada en el intercambio. Eufemismo más, eufemismo menos, a esto se refiere Mauricio Macri cuando sentenció en su discurso ante las corporaciones económicas globales “ningún otro país tiene más potencial (…) estamos creando un nuevo entorno y marcos normativos que generan nuevas oportunidades”.
Suiza, ese pequeño país europeo presentado como ejemplo para el mundo entero, que no produce absolutamente nada, que sostiene su economía en la exportación e importación de un oro que no extrae, que ha montado la mas formidable cueva financiera para multiplicar los ingresos de los grupos económicos sin tributaciones que les exijan redistribuir ganancias; alberga anualmente el Foro Económico de Davos, allí donde las corporaciones reciben a los jefes de Estado del mundo, para imponer las condiciones que le permitan seguir concentrando la riqueza a escala global.
En las jornadas inaugurales, la ONG británica OXFAM presenta un informe -elaborado con variadas fuentes de información pública en el mundo- en el que analiza los niveles de inequidad social existentes. En ese contexto, OXFAM destaca que “el año pasado se produjo el mayor aumento de la historia en el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares, con un nuevo milmillonario cada dos días. En tan solo 12 meses, la riqueza de esta élite ha aumentado en 762.000 millones de dólares. Este incremento podría haber terminado con la pobreza extrema en el mundo hasta siete veces. El 82% de la riqueza generada fue a parar a manos del 1% más rico, mientras el 50% más pobre de la población mundial obtuvo el 0%.”.
Como la riqueza no se evapora, el problema es que se concentra; seguimos empeñados en reafirmar aquella sentencia que se replica en forma de candombe: la miseria es culpa de los hombres miserables. Y lo decimos así, en masculino, porque semejante escándalo de concentración de la riqueza, está acompañado por un escandaloso machismo que nos marca que el 1% que concentró el 82% de la riqueza global son hombres, y que las mujeres componen el 80% del trabajo no remunerado en el mundo entero.
Botón de muestra
En su informe, OXFAM, relata las desventuras de Dolores, una trabajadora avícola de Arkansas, Estados Unidos. Dolores trabaja por largas jornadas, por escasos dólares al mes, y lo hace con pañales. Si, con pañales. Para no perder tiempo en ir al baño. Dolores trabaja para la multinacional Tyson Food, proveedora de McDonald y Burguer King, la misma que en Argentina se hizo dueña de Carnes Pampeanas, es una de las multinacionales que controlan el mercado avícola en el mundo.
Tyson Food, que tiene como meta seguir concentrando la riqueza que produce la industria alimentaria, ha visitado con fines de compra a la empresa BRF de Brasil, la multinacional que controla en Argentina los productos Paty, Goodmark, Patyviena, Vienissima, Sadia, Tres Cruces, Calchaquí, Bocatti, Manty, Delicia y Dánica (si, la que era para untar).
BRF, que ha designado al brasilero Jorge Lima como su CEO y que se reuniera con fines de inversión con Mauricio Macri, tuvo un incremento de sus acciones con la sospecha de compra por parte de Tyson Food, para luego derrumbarse las mismas ante un escándalo de corrupción que implicaba la emisión de certificados fitosanitarios adulterados. Una vez más, la corrupción como la madre de los problemas, aclamada por los justicieros de turno, dejó presos algunos funcionarios, lo que no impidió que BRF continuara con sus negocios. Eso sí, con sus acciones devaluadas, y con el cierre de mercados de exportación para la industria brasilera.
Las denuncias de corrupción, no van a impedir que Dolores siga usando pañales en sus extendidas jornadas de explotación laboral en Tyson Food. Pero seguramente, facilitarán que Tyson Food incremente sus exportaciones a los mercados cerrados a BRF, y hasta consiga la compra de acciones de su competidora a un precio más ventajoso de lo pensado.
Mientras tanto, los herederos de Don Tyson (el Rey del Pollo, como lo conocen los yanquis) y sus socios accionistas, seguirán incrementando su riqueza año tras año. Seguirán cartelizando sus mercados con JBS, BRF, Pillgrim y Cargill para lograr que sus trabajadoras y trabajadores usen más pañales, cobren menos salarios, y se mueran en sus extendidas jornadas de trabajo para que los Estados no tengan que reclamarle riquezas con el fin de pagar jubilaciones.
A los muchachos de Tyson Food, de Cargill y de BRF Macri les dijo en Davos “nuestro país podría alimentar a 400 millones de personas”, y para garantizar que el costo laboral es su enemigo, que los derechos del trabajo no van a ser un obstáculo para incrementar sus riquezas, Macri les aclaró que Argentina “ha dejado atrás su experimento populista”.
El mitrismo del Siglo XXI
Además de fundar el diario “La Nación”, y ser protagonista del genocidio del pueblo paraguayo, Bartolomé Mitre formateó con sangre los destinos de nuestra Patria.
Pensó, y dejó como legado, un proyecto de país al que le sobran provincias y gente, que ambiciona transformar sus extensos campos cultivables como granero del mundo. Una economía primaria, al servicio de quien la explota, dispuesta a llenar la panza de una civilización blanca, occidental, europea a la que no pueden terminar de pertenecer por culpa de los “negros de mierda” a los que le tienen que pagar un salario y mantenerles su jubilación a través de un Estado lleno de políticos corruptos.
Ese perverso sentido común que sólo pueden ostentar los que se creen dueños de la Argentina, se vuelve a imponer con inusitada violencia en este nuevo ciclo de restauración neoliberal encabezado por Mauricio Macri.
El culo del asunto
El problema del mundo no es la corrupción, el problema es la brutal concentración de la riqueza en manos de un puñado de propietarios de los grandes grupos económicos que hacen negocios con la riqueza ajena, se quedaron con el 82% de lo producido en el mundo durante un año, y condenan a la miseria absoluta a la mitad de la población mundial.
El problema de la Argentina, tampoco es la corrupción. El problema de la Argentina es Mauricio Macri, que vuelve a ir a Davos a poner al servicio de esos mismos grupos económicos el destino de la riqueza de nuestro suelo. Que amenaza con seguir profundizando la transferencia de recursos, flexibilizando las condiciones de trabajo, destruyendo los salarios, para que las 20 empresas que controlan el 25% de nuestro Producto Bruto Interno sigan siendo cada día un poco más ricas, y los miles y miles de trabajadoras y trabajadores que generan esa riqueza, sigan siendo cada día un poco más pobres.
El problema de las trabajadoras y trabajadores no son sus sindicatos, ni el problema de los humildes son los movimientos populares. El problema es un gobierno compuesto por los gerentes de las empresas que más facturan en la Argentina, que menos salarios pagan, que más negrean y que menos gente emplean.
El problema de la Argentina no es la política, mucho menos aún el peronismo. Más bien todo lo contrario, constituyen la única herramienta con la que cuentan los de abajo para vivir dignamente.
Reflexionar críticamente acerca del problema principal que enfrentamos en este nuevo ciclo histórico, nos permitirá balancear las razones por las que no fuimos capaces, en doce años de gobierno popular, de atacar el corazón de la concentración de la riqueza en la Argentina, porque ahí afincan nuestros límites, pero ahí también habita la fuerza capaz de enfrentar al neoliberalismo.
Precisamos construir una unidad política que asuma como principal la tarea de enfrentar a los grupos económicos, la concentración de la riqueza en manos de un puñado de multinacionales, y la construcción de un sentido común suicida por parte de las grandes empresas periodísticas. Precisamos construir una agenda propia, de nuestro pueblo, sostenida con las reivindicaciones que surcaron las calles de nuestra Patria durante dos años.
Nos convoca lo urgente. Enfrentar un gobierno al servicio de los grupos económicos que nos quieren condenar a la miseria.
* Fernando Gomez es Director del Colectivo de Medios Oveja Negra y Secretario Político de Descamisados